Recuerdo cuando salí de la casa de Mateo. Recuerdo que mi brazo, con el cual lo sostenía, cuando íbamos caminando por la calle, estaba lleno de su sangre. Las personas comenzaron a mirarnos, a exclamar, a gritar. Recuerdo a mis amigos y vecinos correr hasta mi casa. Recuerdo a mis padres llegar hasta nosotros y comenzar a gritar por el pánico. Entonces sentí que algo rodeó mi pierna derecha, era un agarre tembloroso, pequeño, pero fuerte. Sollozaba. Bajé la mirada y la vi a ella, entre la multitud de gente que nos rodeaba. Valentina estaba pegada a nosotros, decidida a no separarse de su hermano herido. Estaba temblando del miedo; qué injusto es a esa edad vivir tantas tragedias, ella era un pobre angelito que había caído en el hogar equivocado. En ese momento el agarre de Mate