—Mírame —pidió. Estaba sumida en mis pensamientos, sentadas en el balcón y ya había caído la noche. Clara se iba a quedar en la cabaña a pasar la noche. Lentamente volteé la mirada hasta mi derecha, donde estaba sentada en el sillón con las piernas subidas y entrelazadas por sus brazos. —¿Estás segura de lo que estás haciendo? —inquirió. Dejé salir un suspiro lleno de pesadez. Me estaba dando sueño y el que Carl y ella me preguntaran si estaba segura, como si eso fuera algo demasiado loco, me llenaba de aburrimiento. —¿Por qué preguntas eso? —solté un tanto molesta. Clara se removió en el sillón, incómoda. —Porque es algo precipitado, ¿no te parece? —Llevo años conociéndolo, me parece que es todo lo contrario —subí las piernas al sillón acolchonado—. Mateo me ama, me ama de