Era como si estuviéramos casados, así me sentía. Nunca había tenido esa sensación de protección, de saber que, por más mal que me estuviera yendo en la vida, no podría correr peligro, porque tenía a alguien que me protegía. No sentía que a Mateo le asustara el gastar grandes cifras de dinero en mí. De hecho, el nuevo celular que me regaló juntaba dos salarios completos que yo recibiría en mi trabajo anterior. Nunca en mi vida habría pensado en comprarme uno así, ni en mis sueños. Parecía que para Mateo eso no era un problema. Llegué a compararlo con la reacción que tuve con Walter, nunca miraba el precio y, cuando le daban la cuenta, su reacción nunca era de asombro. Me di cuenta que así vivían los ricos, por eso tenían ese título, a ellos eso no les interesaba. Aunque, la clara dife