Cuando estás en un atraco, tu mente no asimila muy bien lo que sucede, no como lo muestran en las películas, donde piensas analíticamente en cómo librarte; como esa gente que comienza a intimidar a los asaltantes y después los engaña para poder salirse bien librado. La verdad es que, a mí nunca me habían atracado y mucho menos creí que fuera en plena luz del día, en una calle por la que caminé mil veces. Mi mente no llegaba a procesarlo, sin embargo, mi instinto de supervivencia alargó a los dos atracadores —uno con un enorme cuchillo y otro con una pistola que señalaba mi cabeza—, mi bolso: donde llevaba mi paga, mi celular y todos mis documentos. Estaba inmóvil, viendo todo de manera muy rápida, porque sí, pasó tan rápido que no llegaba a procesarlo. Cuando uno de ellos tomó mi b