LEANDRO MACKENZIE La cercanía con Katherine mientras bailábamos era una tentación irresistible. Mi cuerpo, hipersensible al roce del suyo, se encontraba en un constante estado de agitación. No pude evitar una erección, y estoy convencido de que ella la sintió, aunque no mostró indiferencia. —¿Vamos? —le sugerí, señalando la mesa. —Ay, no, Leandro, bailemos otra canción, por favor. —No lo creo. Esa canción es para escuchar, no para bailar —negué con la cabeza, sabiendo que "Crazy" de Aerosmith me llevaría al límite. Si la tomaba por la cintura, cometería un pecado inevitable. —Sí, sí se puede bailar. Ven. Con un gesto desinhibido, se soltó el cabello, y mientras yo hacía movimientos torpes al ritmo de la música, ella comenzó a realizar una coreografía sensual, moviéndose al compás de