Leandro Mackenzie Jennifer Mackenzie, la menor de los Mackenzie, siempre traía consigo problemas en cada visita. La miré de arriba abajo, sin un ápice de compasión por su presencia. Mi hermana era arrogante, caprichosa y desinhibida cuando se trataba de maltratar a los demás. —¿Por qué sacaste a Valentino de su cargo? ¿Qué te pasa, imbécil? —Jennifer apretó los puños, su furia evidente. —Buenos días, querida hermanita. ¿Cómo estás? —No seas ridículo y respóndeme. ¿Acaso se te olvida que tengo acciones en esta compañía? Que la mitad de todo esto es mío. —¿La mitad? No, solo el 20%. Lo que no significa la mitad. El resto es mío, fruto de mi arduo trabajo y comprado con mi dinero a mis padres hace muchos años. Bueno, no tengo por qué explicarte nada. ¿Qué quieres? —Quiero que devuelvas