Narra Rocío La tarde siguiente, durante la pausa para almorzar, me dirijo directamente a la farmacia más cercana que puedo encontrar. Mis manos están húmedas, mi corazón es un tren fuera de control y cada tictac del reloj me recuerda que estoy corriendo contra el tiempo. —Buenos días—le murmuro a la señora detrás del mostrador, mis ojos se dirigen a los estantes donde la salvación, o al menos una oportunidad de conseguirla, se encuentra en una pequeña caja. —¿Puedo ayudarte a encontrar algo?—pregunta, su tono es gentil, pero no puedo pasar por alto la preocupación que frunce sus cejas mientras observa mi apariencia agotada. —Píldora de emergencia—solté, las palabras sabían a ácido en mi lengua—.Por favor. Ella me lleva al pasillo y agarro la caja como si fuera un salvavidas. En la ca