CAPÍTULO DIECISÉIS Mackenzie tuvo la suficiente fortuna como para acabar conduciendo por detrás de un coche patrulla de camino hacia la torre. Entre tanta curva y desvío de esas carreteras secundarias, de ninguna manera la hubiera encontrado con la facilidad que suponía. Siguió al coche de la policía por una carretera que era muy similar a la que llevaba al Puente de Miller Moon, solo que, en vez de gravilla, esta se convertía en una pista de tierra. A unos cientos de metros más abajo, pasaron a través de una valla metálica, cuya entrada ya había sido abierta. Condujo entre la polvareda que levantaba el coche por delante suyo hasta que se detuvo. La torre destacaba entre la oscuridad de antes del amanecer, como si le estuviera dando la bienvenida. Cuando se bajó del coche, comprobó que