─Te equivocas ─murmuro, lanzándola al cesto de basura. ─Sé muchas cosas, una es que no suelo ayudar a chicas que aparecen en la carretera huyendo de la mafia y dos que sé cuándo un corazón le pertenece a alguien que no lo corresponde ─declara, llamando mi atención. Acaricio mi cabello con frustración, tratando de pensar ¿Ahora qué hago? Mi hermana aún la tiene la mafia… no es como si escapar diera por hecho que la van a seguir cuidando o no intenten hacerme daño por medio de ella. Resoplo, pensando en tantas cosas. ─De verdad me importa poco entrometerme en los problemas que tengas con la mafia, pero si necesitas que te lleve a algún lugar, puedo hacerlo ─propone, abro los ojos, pensando en el lugar del cual escapé > pienso, sonriendo. ─Esa sonrisa no parece ser una buena idea ─com