Desperté, torpemente sentada en la cerámica del piso del baño, recostada de la pared más cercana al lavamanos y con la cabeza retumbando del dolor, de pronto sentí náuseas y algo de mareo, estaba desorientada y no tenía ni más mínima idea de cuánto tiempo llevaba desmayada. Intenté levantarme, pero no sólo me dolía la cabeza, sino las caderas y las piernas, miré hacia abajo y visualicé con la vista un poco borrosa intentando enfocar los añicos de cristal esparcidos cerca de mis piernas. >. Pensé. Busqué apartar el cabello de mi cara y noté que trocitos de cristal permanecían en mi cabeza, entre las hebras de cabello y algunos de ellos incrustados en mi frente, gemí al removerlos sin querer, estaba ligeramente sudada, o eso creí cuando intenté evit