Melissa. Literalmente corremos por las escaleras hasta su habitación, se saca la ropa a tirones y se acuesta en la cama, pone las manos detrás de la nuca y con la mirada me hace señas para que me acerque. —Bien... ¿De verdad quieres que te masturbe?. —Estoy listo. —agarro el aceite que uso para los masajes. —Me vas a tener que indicar como te gusta ya que nunca lo hice. —Eso me gusta. —niego mientras me saco las zapatillas—. ¿Qué vas a hacer?. —Voy a subir a la cama, no voy a quedar dura por estar mal acomodada. —miro divertida su expresión cuando cruzo una pierna a cada lado de su cadera—. Bien... Manos a la obra. —Carajo. Me tiro un buen chorro de aceite en las manos y él abre gigante los ojos, me friego las palmas para calentarlo un poco y pasándome la lengua por los labi