A medida que crecía, hubo muchos momentos en los que Dennis se arrepintió de sus decisiones, y en la presente ocasión, no había nada diferente. Si Dennis había dicho que sí, fue solamente porque Cian había insistido, tomando sus manos entre las suyas y observándole con aquellos bonitos ojos azules que parecían mirar a través de su alma con un toque dulce y suave que le sacudió interiormente. El “no” que había querido salir de sus labios quedó olvidado en el fondo de su mente mientras se dejaba llevar por el dulce tono de voz de Cian, más su toque tan delicado, siéndole imposible el volver a pronunciarlo, y por, el contrario, accediendo a lo que le había pedido. Pero en ese momento, mientras se bajaba del automóvil de Cian y contemplaba el imponente edificio de varios pisos frente a él,