Gemma.
Tras la conversación con mis padres, o más bien, nuestra reconciliación, ellos tuvieron que marcharse. Un allegado de papá falleció y ambos fueron a acompañar a la familia en su duelo por unas dos horas.
Yo me quede en casa, obviamente estaba a la espera de que Alessio llegara de comprar aquellas cosas para la cena. Mientras, pensaba en los grandes giros que había dado mi vida, sobre todo no dejaba de sentirme más liviana.
—Gemma— escuché a mi esposo mencionar mi nombre desde la escalera.
Me levanté de la cama y corrí hacia la puerta, choqué contra su pecho cuando me lancé sobre él y le abracé con mucha fuerza. Me hizo enredar mis piernas alrededor de su cadera y rio ante mi sorpresivo saludo.
—No te imaginas cuanto moría por un abrazo como este cuando llegaba de viaje
