7.

1540 Words
Ahora voy entendiendo su relación. Mi papá es todo un sol junto a él. Y Alessio, él se ve tan radiante cuando sonríe, sus carcajadas son contagiosas, se ve un pan de Dios, pero no fue lo que me demostró cuando ni siquiera se comunicaba conmigo estando lejos. —Tu eres mi madre, puedes decirme la verdad. — traté de convencerla. Negó con la cabeza muy despacio. —Le cedí ese deber a Alessio, él nos pidió que nunca te dijéramos nada hasta que así él lo quisiera. Te contará cuando así lo crea, Gemma — llevó un mechón de mi cabello hacia atrás. —¿Quién verdaderamente es Alessio, mamá? — le pregunté sintiéndome el corazón latir muy fuerte. —Un hombre grandioso. Nosotros nunca hubiéramos dejado que se casaran aunque tuviéramos que morir si él no fuera bueno. —tras sus palabras casi me atraganto. Empecé a toser costándome incluso respirar. Mamá me dio leves golpes por la espalda. Respiré con profundidad. —Gemma! — La voz de Alessio a mi lado me hizo mirarlo fijamente mientras me reponía del atraganto con mi propia saliva. ¿Como había llegado a mi tan rápido? —¿Estas bien? — su mano cálida en mi espalda descubierta ante la blusa que llevaba me hizo sentirme protegida. —Solo me ahogué con mi propia saliva, estoy bien— le dije mirando su preocupación. —¿Segura? — papá me tendió un vaso de agua. Asentí tomando el vaso. Su mano se deslizó por mi espalda como una caricia de alivio varias veces mientras me tomaba el agua. —Segura— respondí reponiéndome del susto que me llevé. Él asintió volviendo con mi padre. Yo regresé la mirada a mi madre. —Me mintieron, él nunca los amenazó con matarlos, no fue Alessio. Alguien quería hacerme daño a mí y quien podía protegerme era él. Esa persona me quería a mí y por eso los amenazaron a ustedes con matarlos. Papá y Alessio eran socios, de ahí se conocen, él sabía que yo le gustaba y ustedes para protegerse me lanzaron con Alessio, me han hecho creer que Alessio es quien verdaderamente quería hacerme daño, el hombre con quien Alessio ha estado luchando este año completo, por eso siempre ha estado de viaje. ¿No es así? — no sé si mis ideas estaban bien organizadas pero dije lo que mi memoria pudo conectar según lo que mi madre me había revelado. Se tornó pálida cuando me escuchó sacar conclusiones. —Contéstame — ahora se había quedado muda. —Cristal, es hora de irnos — mi padre avanzó hacia nosotras junto a Alessio impidiendo que mi madre me dijera si lo que decía yo era verdad. —Hasta luego linda. Disfruten mucho— fue tan suertuda. Se despidió de mi como si nada y luego también se despidió de Alessio. Papá besó mi mejilla, tomó a mi madre de la mano y ambos bajaron las escaleras abandonando la terraza, dejándonos a mí y al magnate a solas. Lo vi adentrar sus manos en los bolsillos de sus pantalones deportivos. —En una hora nos vamos — me miró. Me crucé de brazos. Lo admiré unos segundos pensando en que si había estado equivocada, dándome cuenta de que estaba en todo mi derecho de gozarme las cosas si así me daba la gana. ¿Qué dices Gemma? ¿Hablas de enamorarte de Alessio? Que el me gustara me hacía sentir como una masoquista anteriormente, pero ahora que creo saber parte de la verdad, ya no es así. ¿Y si me divierto? Mis padres han sido unos farsantes y yo, yo he sufrido doce meses por una mentira en la cual tal vez Alessio tenga la menor culpa. Mientras el decide contarme por que hizo todo eso por mí, y me revela quien me quería hacer daño, me divertiré sin miedo a lo que pueda pasar. —¿Llevo bikini? —le pregunté acercándome a él muy despacio. Remojó sus labios. Sentía cuando se ponía nervioso. —No tengo problema alguno con que te bañes desnuda en la piscina, pero tortúrame con un lindo bikini. Lo necesito, me gusta que me provoques, ahorro ganas para cuando pueda tenerte — no saben lo que me contuve para no morderme los labios. —En 45 minutos estoy lista. — choqué mi hombro con el suyo cuando le crucé por el lado. ¡j***r! ... —¿Una sola habitación? ¿Es enserio? ¿No podías comprar una cabaña con dos habitaciones? El lugar tiene suficiente espacio para hasta incluso tres, pero no, solo tiene una— lo miré. —Es una cabaña matrimonial, no familiar — me guiñó el ojo pasando con su maleta en frente de mí. Sabía que algo como esto me haría. El camino fue un poco corto la verdad, viajamos en helicóptero algunos treinta minutos y luego el magnate condujo por como mucho otros veinte. No hubo incomodidad alguna durante el viaje. Alessio conduce de manera admirable, sus gestos mientras llevan el volante lo son todo, sin embargo se mostraba relajado y a gusto. Y yo también lo estaba. La cabaña era preciosa, estaba aislada de todos y de todo, en la cima de una montaña en donde la tiniebla hacía del paisaje aún más encantador. Era muy romántica y muy acogedora por dentro, con una fachada campestre pero a la vez fina, era una combinación de madera de caoba con grandes ventanales de cristal los cuales desde dentro se observaban los grandes arbusto que habitaban fuera en la entrada. En el primer piso habitaban en el espacio de la sala muebles blancos con lindas mantas por encima para abrigarse ante el clima. El comedor era de cristal, de apenas dos sillas, y la cocina era divina, moderna y muy coqueta. Mientras que en el segundo nivel solo estaba nuestra habitación y una sala de estar con una gran televisión, una mesa para jugar billar y un gran sofá cama. —No contraté a nadie para que nos cocinara, me dijiste que ayudabas a Virginia en la cocina por gusto, me imagino que no te molestaría enseñarme lo que has aprendido. — lo escuché decirme entrando al baño junto conmigo. Yo organizaba mis cremas en la encimera. Lo miré con los ojos entrecerrados. No hizo falta que le dijera absolutamente nada. —¿Puedes enseñarme? También me gustaría aprender — añadió. Lo miré a través del espejo. —Está bien, no sé mucho pero entiendo que no te vas a quejar cuando te sirva algo quemado— —Será un trabajo en equipo, no dejaré que se queme— Era muy astuto, su intención era en cada cosa que hubiera que hacer, lo hiciéramos juntos. Entendía a la perfección su empeño por conquistarme y lo valoraba. —¿Cenaremos hamburguesas, se te antoja? La nevera y despensa tiene de todo como para hacer lo que queramos. — no fui negativa. Una sonrisa me regaló. —Yo cocinaré la carne. Vamos fuera a la parrilla— de inmediato con gran ánimo dijo emocionado. Yo tan solo asentí. Bajamos a la cocina por la carne que estaba en el refrigerador, me llevé la bolsa del pan redondo, cuchillo, tomate, lechuga, mostaza, mayonesa, kétchup, queso, tocineta y platos higiénicos para luego no fregar. Odio eso. En la parte trasera había un bonito jardín con una mesa de picnic y la parrilla al lado, también había una hamaca y un columpio para dos. Sobre la mesa colocamos todo lo que utilizaríamos para la preparación de nuestra cena mientras Alessio se encargaba de cocinar la carne frente al fuego, yo sentada en la mesa lo miraba rociarle salsa china a las parrillas. Esperando que estuvieran para colocarlas sobre el pan. Sin embargo no duré mucho de pie y me acerqué a él para que sobre el plato colocara las cuatro ruedas de carne. Era todo un león. —Que lindas se ven— las miré botar humo. Se observaban jugosas. —No se comparan contigo— se sentó frente a mí en la mesa. Lo miré unos instantes y negué con la cabeza sintiendo como mis labios formaban una línea a lo largo de mi cara. ¿Una media sonrisa? No quería ponerme roja. —Te quiero pedir disculpas, sé que te puedo parecer una bestia y que es probable que me temas. Perdóname por hablarte tan mal cuando llegué de viaje ese día. En realidad en todo el trayecto estaba feliz porque ya todo había terminado y podría permanecer en casa junto a ti. Al llegar y no verte bajar a recibirme me chocó, yo te esperaba, con la emoción que tenía era capaz de abrazarte y no soltarte. — empezó a hablarme con mucha calma, disgustaba cada palabra y me mostraba que lo que me decía era de verdad. Sus ojos estaban perturbados como con temor de que no le creyera. —Te hablé muy feo, quise imponer en ti cierto régimen haciéndote sentir muy mal. Me vi un hombre grotesco, un animal como me llamaste y te pido disculpas. Quise recibir de ti lo que yo no te he dado, y estuvo mal de mi parte. No sé en qué estaba pensando—
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