6.

1548 Words
Alessio. Es cierto eso de que Gemma y yo nos casamos sin que ella quisiera. También es cierto que no ha podido salir de la gran casa durante los doce meses que tenemos de casados, al menos no sin mí. La he llevado unas tres veces a fiestas empresariales, pues la mayoría de la gente que me conoce supo de mi casamiento, sin exceptuar que salimos en la prensa. Por lo que delante de la gente hemos tenido que fingir ser una pareja normal. Sin embargo, esas salidas no fueron agradables ante la rigidez que mostraba su cuerpo ante mi tacto. Por lo que tuve que limitarme a sostener su mano o su brazo y no su cintura. Mi intención no es hacerla sentir incomoda. Gemma es una mujer hermosa. Tiene unos ojos verdes encantadores, una piel muy clara que resalta aún más con su cabello rizo cobrizo, con una nariz muy fina y unos labios carnosos pero pequeños. No es muy alta, con exactitud me da por la barbilla y con tacones podemos mirarnos a los ojos sin yo tener que inclinar hacia abajo la cabeza. Ante mi ausencia estos meses no me sentía con ese deseo tan intenso de estar con ella, el cerebro sabía que tenía asuntos que resolver para que ella estuviera bien, pero ahora que se han resuelto y que sé que he regresado para quedarme, es inevitable controlarme ante su presencia. Y ya lo sé, ella me odia y no es para menos, desde su punto de vista si yo fuera Gemma también me odiaría. No le he contado la verdad y mucho menos, tenido tanto afecto. —¡AH! —Tiró un pequeño grito asustadizo cuando me vio en su recamara tocando sus cosas. Encima de su tocador tenía muchas cosas llamativas, todo olía a ella. —Shsh, soy yo—Le dije evitando bajar mi mirada por su cuerpo enrollado en una toalla, la cual sujetaba con cierta fuerza como para que no se le fuera a caer. Aún a través de la toalla, podía mirar muy bien la curva de sus caderas. —¿Que buscas aquí Alessio? No puedes entrar así a mi recamara, no sabes si estoy desnuda—Como me empezaba a gustar verla reprenderme. Me hacía falta esto en mi vida. Las peleas de una mujer desde que no vivo con mi madre. —Esa es la idea, entrar en un momento así y.. puff... sorpresa—sonreí mirándola arrugar su nariz y frente. —Tienes demasiado buen sentido del humor—Y ella... ella me provocaba como a mí me gustaba, lo que solo hacia la situación más buena. Entrecerrando mis ojos, caminé lentamente hacia ella, di pasos cortos. Ella también hizo lo mismo, pero hacia atrás. Nunca dejamos de mirarnos, mantuvimos el contacto visual siempre, hasta que chocó con la pared y no tuvo escapatoria ante mis dos brazos a cada lado de su cabeza, aprisionándola entre la pared y mi pecho. —¿Qué es lo que quieres Alessio? Por favor, ¿no tienes asuntos que atender? —Dios, que mujer. ¿Les he hablado de su voz? Es divinamente cálida. —No, bueno, asuntos de trabajo no. He decidido tomarme unas vacaciones para estar con mi esposa—Le susurré acercándome lentamente a sus labios. —¿Sabes? Deberías ser actor. Me tengo que vestir, por favor sal de la habitación si lo que quieres es joderme—Y tenía un carácter como me encantaba. —¿Por qué le llamas así a hacer el amor?, no, aun no vengo a eso, querida. —sonreí complacido al ver su cara roja. Sus mejillas parecían dos fresitas. —¿Por qué todo lo sexualizas? —me preguntó ajustándose la toalla. —Porque tú me dañas—sin darle chance a decir algo más, junté nuestros labios muy despacio sintiendo los suyos recibirme con delicadeza, lo que me confirmó que no me rechazaría, así que coloqué mis manos en su cintura con un poco de temor a que por la acción me empujara lejos de ella, pero no, colocó sus brazos alrededor de mi cuello. Esta era la primera vez que ella me tocaba y que maravilla. El olor de su piel recién duchada me embriagaba, me llamaba a tomar de ella y eso no era bueno, porque me quería contener. Mi intención no era espantarla, jamás. Que bien se sentía posar mis manos en su cintura y sentir su marcada curva, que bien se sentía tenerla tan cerca. —Lo siento, no me contengo—cuando solté sus labios, lo hice para que ella no lo hiciera primero y yo me sintiera esquivado. Ella tenía las mejillas más rosadas que la pantera rosa, con la mirada baja tan solo se apretó más la toalla a su cuerpo. Estaba nerviosa. —Entiendo que estas decidido a conquistarme, pero que asco—en el momento en que ella dijo esas palabras ambos mutuamente nos miramos a los ojos y al unísono estallamos a carcajadas. —No sabes mentir ni un poquito—me alejé de ella para finalmente retirarme. —Ah, ¿Ya te vas? —me preguntó arqueando una ceja. Sonreí como un idiota, lo sé. —Necesitas vestirte, a menos que...se lo dejaré a tu imaginación —le guiñé un ojo. —¿A qué viniste? ¿A besarme? –se cruzó de hombros. —¿Recuerdas que no has salido de esta casa desde que nos casamos hacia ningún lugar en especial? Nos vamos de luna de miel esta noche, y si, también vine a besarte. – dije posando mi mano sobre el manubrio. —¡De luna de miel! ¿Tú estás loco? ¿A dónde? –su carita sorprendida me causo gracia. —A una cabaña que tengo, muy bonita por cierto—le contesté mirando como me observaba como si hubiera yo perdido el juicio. —¿Tienes una cabaña? —me preguntó extrañada. —La acabo de comprar para ir contigo. — Sonreí —Tenemos una cabaña. —Ratifiqué. —Eres el colmo—negó con la cabeza. —Y ah querida, tus padres te esperan abajo. Eso también venía a decirte—la miré abrir sus ojos como platos. —¿Están aquí? ¿Tienen todo este rato esperando por mi mientras me envuelves y me seduces con tus juegos? ¡Van a pensar que estamos teniendo sexo! —se exaltó. —Esa es la idea, querida. Esa es la idea. Te espero abajo, preciosa— ... Narra Gemma. Me sorprendió muchísimo ver a mis padres otra vez, duré harto rato de charla con mi madre mientras mi padre se entretuvo con Alessio. Se me hizo imposible no tirar el ojo de vez en cuando hacia donde estaban. Nos situamos en la terraza, la cual posee un bar completo, y allí estaban aquellos dos conversando mientras disfrutaban un trago. No sé cuántas veces choqué mirada con Alessio, era un hombre sumamente candente, provocativo y dulce. Dulce en el sentido de que es suave, muy cauteloso y simpático. Lo que me confunde, pues las pocas veces que estuvo en casa se portaba fugaz, lo que me impedía ver en el más allá de su rostro entruñado, tal vez por esos asuntos que no lo dejaban asentarse aquí en su país. Ahora que ha regresado para quedarse y que hemos estado juntos esos días en el hospital, puedo decir que tal vez, solo tal vez, he estado equivocada. —¿Que hacían tu y el magnate que duraste tanto para bajar? ¿Ya por fin lo aceptaste? — mi madre, una mujer joven de cincuenta años es muy cómica. Sabiendo que mi casamiento fue por obligación siempre ha querido verme con Alessio. Ella dice que él es buen hombre y le cae muy bien, por lo que hemos tenido problemas ya que como mi madre entiendo que debería sentir mi sufrimiento. —Nada que no puedas saber, me estaba duchando cuando lo encontré en mi recamara. Me entretuvo intentando buscar lo que quería, besarme. Para después decirme que ustedes estaban aquí, también mencionó algo de que nos iríamos de luna de miel para una cabaña que acaba de comprar solo para ir conmigo, ¿puedes creer el nivel de cinismo que tiene? — le dije lo más bajo posible para que no me escucharan aquellos dos. Mamá sonrió. —No es cinismo, lo está dando todo por conquistar tu corazón, Gemma. Estuvo muy preocupado cuando enfermaste, nos llamó muy asustado. Se culpa de lo que te pasó. Tiene un corazón gigante ese hombre, tan solo si lo conocieras...— ella hablaba de él como si fuera su hijo más que yo. —Mamá, ¿entonces tu si lo conoces? ¿Por qué me mienten? ¿Qué fue lo que hizo Alessio por mí que se ganó el corazón de ustedes? Porque para mí, el me arruinó la vida— —Pues tan solo te puedo decir, que nosotros somos quienes le debemos a él. Somos tu padre y yo los que estamos en deuda con Alessio. Ya será cosa de él decidir cuando te dirá la verdad y te contará lo que hizo por ti, sin ni siquiera conocerte solo porque le gustaste desde que te vio. —
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD