—¡Maurem!— La puerta se abre de golpe. —Maurem, ¿estás aquí?— No digo una palabra, escondiéndome en la sombra del edificio. Sólo quiero que se vaya. —Joder, ahí estás—. Conor aparece frente a mí con la preocupación grabada en su rostro perfecto. —¿Qué ocurre? ¿Qué pasó?— —¿Por qué harías eso?— Murmuro, mirando al suelo. —¿Qué? No entiendo.— Él me alcanza y salgo de su alcance. —¿Qué hice mal? Sólo dímelo para que pueda arreglarlo—. —No puedo hacer esto. Ya no quiero ser un juego para ti—. —No eres un juego—, protesta. —Mierda. Me dijiste que estabas aburrido y que te encantaban los juegos. Esa es la razón por la que cambiaste tu estúpido estado MyBri y apareciste en el restaurante esta noche. Esta es una forma extraña de entretenimiento para ti—. Sacudo la cabeza. —Bueno, ya no me e