Maurem Estoy hasta el cuello sumergido en mariposas de cartulina y orugas limpiapipas cuando suena la campana del final del día. Los niños dejan caer sus tijeras y barras de pegamento y corren hacia sus cubículos donde guardan sus mochilas y abrigos. —No tan rápido—, les recuerdo. —Ven a guardar tus suministros y cuelga tus proyectos para que se sequen—. —¿Señorita Evans?— Una de las chicas me toca el brazo. —No puedo encontrar mi zapato.— Ella está desamparada con una bota impermeable de color púrpura y un calcetín de un personaje de dibujos animados. —¿Cuándo fue la última vez que tuviste tu zapato, Katy?— Ella se encoge de hombros. —¿Tamara y tú volvisteis a intercambiar zapatos?— Otro encogimiento de hombros. Ésta con el labio inferior sobresaliente y los ojos fijos en sus pies