Conor
¡Maldito infierno! El entrenador truena, lanzándose hacia el horno.
No estoy seguro de qué me impide simplemente cerrar la puerta. Probablemente la espesa nube de humo que se derrama y distorsiona mi campo de visión.
—¡Ay dios mío! ¡Papá! ¡POR ESO NO TE DEJO COCINAR!
Brenna irrumpe en la cocina gritando por encima de la alarma penetrante con las manos tapándose los oídos, justo cuando el entrenador agarra un guante de cocina y levanta la fuente para asar, quemándose la otra mano.
Se sobresalta, inclinando la bandeja, lo que salpica jugos hirviendo en el fondo del horno que se encienden con el elemento calefactor al rojo vivo.
Las llamas brotaron de la feroz boca negra.
Mientras Brenna pasa la mano de su padre bajo el grifo de agua fría, heroicamente apagué las llamas con el tr
