ANDRE
Seguro que no había soñado sosteniendo a Alianna contra mi pecho mientras dormía la noche anterior.
Pero no podía estar seguro porque cuando desperté, ella ya no estaba. La puerta de mi habitación estaba ligeramente abierta y claramente, Ozzy había entrado en algún momento de esta mañana porque ahora estaba masticando una pelota de tenis en su cama al lado de la ventana.
—Maldita sea—, murmuré para mis adentros cuando miré el reloj. Eran las diez y cuarto, lo que significaba que Alianna se había ido a trabajar hacía más de cuatro horas.
Dejándome caer de espaldas de nuevo, me metí las manos en el pelo y gemí algo que era mitad frustración, mitad felicidad sobrante. Deseé haberme despertado a tiempo para atrapar a Alianna, pero tampoco iba a quejarme de nada esta mañana.
No cuand
