Los siguientes tres días en la mente de Riley solo existía la imagen de la sonrisa de Kalia, ella había estado más relajada en la fiesta, incluso la vio comer pastel con Klaus, sus gestos eran duros, pero al final solo era una mamá cuidando de su pequeño. Al llegar a la escuela a dejar a Klaus siempre encontraba a Laika, apenas si le hablaba, tenía miedo de soltar cualquier información, Kail ya le había advertido sobre eso, luego se despedía de prisa y regresaba a casa, los paseos por las noches con Larissa habían regresado y eso lo hacía sentir bien, al menos se sentía un poco menos encerrado, aunque la desesperación de dar un paseo lejos de esa casa siempre persistían, él había tenido una vida muy diferente. –¿Crees que puedo hablar contigo? Riley le murmuró a Kalia en el oído cuand