Kalia escuchó su teléfono y apenas estiró su mano para tomarlo.
–¿Qué sucede?
–Es hora de irnos –le habló Mijaíl al otro lado, ella abrió un poco los ojos y vió la hora.
–Ahora bajó.
Eran las ocho de la mañana, se levantó de la cama y fue al baño, estaba cansada, apenas si durmió entre el alcohol y el se.xo, pero necesitaba sacar toda esa porquería que llevaba encima, volver a ver a Gerald aunque sea por poco tiempo era del asco.
Se dio una ducha rápida y salió vestida, la chica en la cama comenzaba moverse, sacó su billetera y dejó dinero sobre la mesa, ella sabría qué hacer con eso, al salir del hotel la camioneta negra ya estaba esperando, se subió y Mijaíl le extendió el vaso de café.
–Te ves horrible.
–Vamos a casa, quiero dormir.
–Tenemos demasiado trabajo como para de
