Salgo de mi habitación duchada, con mi cuerpo cubierto de un suave abrigo caminando directo a la cocina. Dormí poco, en realidad, no dormí nada y por mucho que me obligué a dormir un poco más, mi reloj biológico ya está configurado para despertar a esta hora de la mañana. El olor a café, a tocino y a panqueques inundan mis fosas nasales y al llegar a la cocina y verla a ella prepararnos el desayuno con el mismo amor con que siempre lo ha hecho, sonrío. Es increíble como estuvo toda la noche acostada a mi lado, abrazándome en la cama, acariciando mis cabellos, consolándome y oyéndome llorar hasta lograr quedarme dormida por momentos, para luego despertarme llorando nuevamente, hasta que me quedé dormida casi en la madrugada para despertarme hace media hora. —Buenos días —la saludo, sintie