—Bárbara, sal de la habitación de una maldita vez —dice, detrás de la puerta dándole dos golpes—. El piloto tiene más de cuarenta minutos esperando por nosotros.
No respondo, en cambio, termino de ajustarme la bota en mi pierna derecha para levantarme de la cama caminando de regreso al baño por mi bolsa de maquillaje y mis productos de aseo personal. Miro mis ojos en el espejo notando lo rojos que están, lo hinchados que se han puesto de tanto llorar. Mi nariz también está enrojecida y básicamente todo mi rostro, por mucho que esté perfectamente maquillado, se ve triste y decaído. Saco del pequeño estuche las gafas negras que creí no usar en este viaje, justo ahora me las estoy poniendo para que él no pueda ver en mis ojos, lo mucho que estoy sufriendo.
Vuelvo a la habitación con mis cos
