Después de pasar algunos días en casa, intentando conquistar a Viviano, y fracasando como siempre, me tocó volver Londres, sabía que Viviano también había vuelto, así que iba a tener otra oportunidad más, pero ahora necesitaba hacer algo más trascendental, necesitaba vivir con él, tenía que demostrarle que yo era la mujer de su vida, y eso solo lo iba a a conseguir estando muy cerca, ya que no me había funcionado nada bien, estar a cierta distancia.
Una idea estupenda cruzó mi cabeza, se que el no iba a decirle que no a mí hermano.
Corrí a mi habitación, yo había visto a mi hermano guardar algunas herramientas en cajones dentro del baño de mi habitación.
Busque entre las herramientas que habia dejado mi hermano en mi apartamento y saque una enorme llave, Sonreí satisfecha con mi plan maestro, uno que no iba a fallar.
corri a la cocina y abrí las puertas de abajo del lavaplatos y empecé a golpear los tubos hasta que uno de ellos explotó.
— ¡si! — Grite emocionada.
Corri a mi habitación y busque el celular para llamar a mi hermano.
— ¡Caesar, mi Cocina se está inundando! Me voy a ir al apartamento de Viviano — Le avisé.
— Está bien, pero portate bien — Me dijo él.
Yo sonreí ampliamente.
colgué el celular y tome mis maletas, que ya las tenía listas desde hace mucho tiempo.
Me detuve a mitad de mi habitación.
Yo no podía llegar así de desastrosa a casa de Viviano, el tenia que verme perfecta.
Fui al tocador y me maquille un poco, arregle mi cabello y me cambié de ropa, me puse algo sexy y escotado, iba a conquistarlo el día de hoy.
Cuando estuve satisfecha con mi apariencia agarre mis maletas y salí de mi apartamento, ya le avisaré al encargado de los tubos de la cocina.
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Tenía un dolor de cabeza horrible, algo dentro de mi me decía que iba a pasar algo malo, era como un mal presentimiento.
Le di un sorbo a mi cerveza, y después me metí un bocado de la comida que había pedido en mi restaurante favorito.
La puerta sono un par de veces, yo arrugue el entrecejo y mire el reloj que tenia en la muñeca, eran las once de la noche, ¿acaso había pasado algo malo? yo deje de lado mi cerveza y fui a ver quién era, mire por la mirilla de la puerta y jure mentalmente.
Allí estaba ese pequeño diablillo con una enorme sonrisa, ¿por qué se veía tan perfecta?
¿y Que carajo hacia esa niña aquí?
Volví a mirar por la mirilla, ese escote que tenía era muy peligroso.
— ¡Viviano! se que estás en casa, abreme por favor — Grito ella.
Yo puse los ojos en blanco y abrí la puerta, bárbara me miró y sonrió ampliamente.
— ¿Que quieres? — Le pregunté de malas pulgas.
— Voy a vivir contigo — Me informo.
Yo parpadee varias veces tratando de asimilar sus palabras.
— estás loca — Le dije y le cerré la puerta en las narices, me di la vuelta y emprendi mi viaje a la cocina para terminar de comer.
La puerta volvio a sonar con más insistencia, me detuve y cerré los ojos con fuerza.
— abreme o empezaré a gritar — Me amenazó.
Yo respire profundo y abrí la puerta.
Ella sonrió y se metió a mi apartamento de inmediato.
Yo levanté la ceja al ver sus maletas.
— No vas a vivir conmigo — Le dije.
— Yo ya le dije a mi hermano y el estuvo de acuerdo — Me cruce de brazos y la mire de arriba a bajo.
— Tu hermano no es dueño de mi apartamento, me importa una mierda lo que el te haya dicho —
Le dije con rabia.
— Pues no me voy a ir, mi apartamento se está inundando, y tú no puedes tirarme a la calle, así que quieras o no, vamos a vivir juntos — Me dijo ella sonriente.
Saque el celular de mi bolsillo y le marque a Caesar.
— Yo no voy a cuidar de tu hermana, ella es tu obligación, no la mia — Caesar empezó a reír.
— Solo será hasta que su apartamento esté bien, cuidala por un par de dias, yo te lo sabré recompensar — Cerré los ojos con frustración, ¿por qué tenia que pedirme semejante cosa? Estaba metiendo a su pequeña hermanita en la casa del lobo.
— Jodete Caesar — Le dije y le colgué.
— Te dije que íbamos a vivir juntos — Me dijo ella mientras se acercaba a mi.
— Alejate diablillo — Le advertí.
Ella se detuvo y me miró de arriba a bajo.
— ¿Tanto miedo me tienes? — Me preguntó.
Yo desvíe la mirada, este pequeño diablillo me ponía de los nervios.
— Si vamos a vivir juntos, tienes que acatar mis reglas, ahora deja de mirarme así — Ella hizo un puchero pero después asintio.
— trae tus maletas — Le dije y emprendi el viaje a la que sería su habitación.
— ¿Vamos a dormir juntos? — Me preguntó.
Yo me detuve de golpe y la quedé mirando.
— No, y ni se te ocurra entrar a mi habitación, esa es una de las reglas — Le advertí, pero para evitar algún incidente desde ahora cerraría mi puerta con seguro.
— que amargado eres — Me dijo.
Yo abrí la puerta de su habitación y entre.
— El baño está alli — Le dije señalando la puerta.
— No me molestes niña — Le advertí.
Ella se sentó en la cama y me miró de una manera bastante caliente.
— No te voy a molestar, no te preocupes, yo seré una muy buena niña — Deje de mirarla, mi traicionera p*lla palpito y eso era una mala señal.
Viviano recuerda que ella es la hermanita de Caesar.
— Te dejo, y no hagas mucho ruido — Salí de la habitación y cerré la puerta detrás de mi, necesitaba un baño con agua fría.
Fui a mi habitación y entre al baño, me desnude por completo y me metí en la ducha, el agua fría se sintió horrible, pero necesitaba esto por el dia de hoy, apoye la mano en los azulejos de la ducha y me quedé así por un momento.
— Viviano — Me llamo esa voz, yo cerré los ojos con fuerza, estaba tan malditamente frustrado.
— ¿Te puedo pedir un favor? — Me pidió.
Yo no me voltee, solo la mire sobre mi hombro.
— Que te dije sobre entrar a mi habitación — Ella me se mordió el labio inferior mientras me miraba.
— Es que no traje mi pijama, ¿tu me prestarás algo de tu ropa? — Iba a terminar loco con ella aquí.
— Toma lo que quieras, ¡pero sal del baño! — Ella me dió una última mirada y salió del baño.
Yo le di un cabezazo al azulejo y después maldije.
Cerré la regadera y me enrolle la toalla en la cintura y salí del baño.
Bárbara estaba en mi cama vestida con una de mis camisas, un par de botones estaban abiertos, dejando ver un poco de su escote.
— Estás tentando la suerte, te dije que no te quería en mi habitación —
Ella se inclino un poco, apretando su pecho con los brazos, haciendo que su escote se viera más.
— Es que no me gusta dormir sola, ¿de verdad no puedo dormir aquí? Te juro que no me movere —
Yo me rei.
— Se lo que quieres diablillo y la respuesta es no, ahora sal de mi cama y de mi habitación — Y de mis pensamientos.
— No se a lo que te refieres, yo solo tengo miedo — Me dijo de mal humor.
— ¿A que? — Le pregunté.
Ella se bajó de la cama y camino a mi, se veía como un gato tratando de cazar a su presa.
— A los fantasmas, te prometo que no haré nada malo — Yo me acerque a ella, me incline un poco, enfrentandola, mi rostro estaba a centímetros al de ella.
— Sal de mi habitación — Le dije lentamente.
Me aparte de ella y camine a la puerta de mi habitación abriendola.
— ¡Porque eres así! — Se quejo.
— No lo voy a repetir otra vez, ¡ahora sal! — Ella hizo un puchero de disgusto y camino hasta la puerta.
— ¡Te odio! — Me grito.
— Dios quiera que sea así, ahora sal, que quiero dormir — Ella se cruzó de brazos y me quedo mirando.
— ¡Husky! — Me dijo con desprecio.
— Diablillo — Le dije.
— ¿De verdad quieres que salga? — me preguntó.
Yo la empuje fuera y cerré la puerta.
Ella empezó a gritar y despotricar.
— Has silencio o te sacare de mi apartamento — La amenace, ella le dió un golpe fuerte a la puerta.
— Te odio, te odio, ¡TE ODIO! — me grito.
¡j***r! vivir con ella iba a ser un verdadero infierno.
Fui a mi cama y me senté, mire mi p*lla que estaba bastante dura yo respire profundo.
— Lo que me faltaba, calentarme por una niña — Me acosté en la cama y mire al techo, baje lentamente mi mano hasta mi despierto amigo.
— Caesar perdóname por lo que haré — aparte la toalla que envolvía mi cadera.
— Se que me voy a ir al infierno por esto, pero es hacerlo o terminar atacando a esa niña —
Cerré los ojos y sucumbí a mis bajas pasiones.