No haberle dicho a Hans sobre mis conejitos no fue toda mi culpa, también fue suya. Me abandonó por una mentira, por no querer escucharme, él no confió en mí y aún duda. Abro mis ojos y me encuentro sola en la cama.-¿Ana?
Bajo y la busco, pero no la encuentro, ¡Oh Dios! estamos en el segundo piso y ella aún no sabe bajar las escaleras.-¡Ana!
Corro a buscarla, bajo y escucho una risita.
-Tota mami, bun ,bun.
-Si tu mami mi niña, ella no volverá a separarnos, te lo juro.-La carga y la hace volar como avión, eso le gusta a mi niña que solo se ríe por como juega con ella. Es tan inocente que apesar de no haber visto nunca a su padre, lo sabía, mi niña lo intuía.
La baja y se la entrega a ¿Martha? No puedo creerlo. Fue la mujer que nos atendió en las islas caribeñas cuando Hans me llevó de
