CARNATOR ET PRAESES

2490 Words
VADE Un nombre ajeno se leía en mi espejo. Una locución latina perfecta para la ocasión. Un juego de palabras que le parecían divertido. Una rubia preciosa acababa de poner su firma para entrar en el infierno. Avanzo hacia Agnes quien me mira a través del espejo. La empujo contra el vidrio y la obligo a borrar el labial con su boca mientras la tomo fuerte del cabello. Avanzamos hacia la cama y nos detenemos para terminar de desnudarla. Me deshago de su blusa contemplando embobado esos llenos y preciosos pechos. Me dolía la entrepierna, la tenía dura hasta el cansancio y necesitaba con urgencia desnudarme y cogérmela como seguramente lo haría el diablo a su mujer. Antes de desnudarme me prendo de sus pechos, exigiéndole todo. Me degusto en ellos recordando porque la deseo tanto. Sus tetas me encienden y me enloquecen al punto de la exageración. La hago gritar mientras las muerdo. Contrario a alejarse o detenerme, empieza a desabrochar mi pantalón. Quito sus manos con brusquedad y la empujo sobre la cama. El control era mío, si ella lo quería, otro día con gusto se lo podía ceder, pero esta noche no. Me alejo dejándola jadeante y desesperada por más. Voy directo al closet y saco un par de juguetes que iba a necesitar. — ¿Qué es eso? —pregunta en medio de jadeos. —Algo que vas a usar, ¿Por qué? —Curiosidad. —Si no lo quieres solo tienes que decirlo, si no puedes aguantar nada de lo que va suceder, usa tu palabra de seguridad y me detendré. —Te tienes mucha fe. —Ya lo veremos. — ¿Vas a seguir alardeando o me vas a coger como dices? Me acerco y tomo una de sus piernas, la ato a una esquina de la cama con ayuda de las cadenas; luego tomo la otra pierna y hago lo mismo, dejando su sexo completamente abierto a mis oscuros deseos. Agnes me mira divertida e intentando no parecer sorprendida, pero en el fondo se nota que es la primera vez que va a participar en este tipo de juegos. En mi juego. Levanta el dorso de la cama mostrándome esos labios ansiosos y provocativos a pocos centímetros de mí. No puedo evitarlo y caigo redondo en su tentación. Nos besamos ferozmente; llevo un par de dedos a su centro y lo hallo completamente ardiente e inundado de su elixir. Se estremece a mi tacto y me muerde el labio inferior mientras jadea. Quiere posar sus manos en mi pantalón para descubrir mi erección que ya se encuentra a poco de una muerte por asfixia. La detengo nuevamente; necesitaba que estuviese lista para mí, tal como lo he venido deseando días y noches, desde que sus pechos quedaron expuestos a mi vista cuando la dejé toda mojada y llevada por la ira el primer día que nos conocimos. Busco mi segundo juguete; llego a ella y junto sus manos sujetándolas con unas esposas y las llevo hasta el centro de la cabecera de la cama, allí las ato dejándole el cuerpo tenso y las piernas bien abiertas para recibirme. Me alejo y la contemplo por breves segundos, viendo que formaba una Y invertida con su cuerpo sobre mis sábanas. Me deshago de la camiseta y el jean. Podía observarla prendida en lujuria, su respiración a mil, su boca abierta esperando por más, su sexo palpitando y alterado por mi sola presencia. —Quiero que te permitas gritar todo lo que se te antoje y al volumen que tú deseo te exija —le digo mientras me desnudo por completo. Estoy demasiado erecto y a punto de un colapso orgásmico con solo verla tan dispuesta a todo para mí. Acaricio sus muslos, uno con cada mano mientras subo en busca de esos senos jugosos, los vuelvo a morder y ella se remueve como loca y se permite gritar unas cuantas porquerías mientras gime mi nombre. Me deslizo lamiendo todo a mi paso, bajando por su ombligo hasta alcanzar su sexo. Muevo la lengua escuchándola cada vez más desesperada por la penetración. Juro que yo también lo estoy pero necesito probarla un poco antes de entrar en ella. Empieza a gritar mi nombre tan duro mientras le muerdo su centro que pienso que va a usar su palabra de seguridad. No aguanto ni un microsegundo más, me pongo el preservativo y se la empujo sin una pizca de piedad. Está tan mojada y excitada pero no más que yo. La sujeto fuertemente de las piernas para dejársela más adentro sin contemplaciones. Ella grita ese nombre que cree que me pertenece mientras la embisto de manera satánica; pero en ese momento yo había dejado de ser Vade y había vuelto a ser quien siempre fui. Las entradas y salidas eran fuertes y demandantes. Agnes no paraba de gemir y amenazar con correrse. Acudo nuevamente a sus pechos sin dejar de embestirla a lo salvaje. No bastan un par de mordidas más cuando la siento vibrar por dentro y todos los gemidos abandonando su boca. La sigo embistiendo hasta que me hallo al borde del orgasmo. Salgo de ella y le suelto las manos con algo de torpeza; la obligo a enderezar su cuerpo y a vaciármela en sus pechos con ayuda de sus manos. Lo hace perfecto. Pero ese estaba lejos de ser el final. Mientras el alma podrida me volvía al cuerpo, sentía unas increíbles ganas de hacer mis fantasías realidad. Ya la tenía dispuesta para mí, simplemente hacía falta arrastrarla un poco más. —Vade. — ¿Qué? —Suéltame los pies —demanda. Me incorporo para liberarla de las cadenas y al hacerlo me excito nuevamente viendo sus tobillos rojos, marcados y lastimados. Pongo mis manos justo en esos puntos, aprieto con fuerza y la jalo hacia el borde de la cama; ella suelta un quejido que se escucha delicioso en mi oído. —Quiero azotarte, Agnes. —Muerdo mi labio. Me lanza una mirada oscura mientras sus pechos suben y bajan por efecto en conjunto de la respiración y sus latidos desbocados. — ¿Cómo? ¿Con qué quieres hacerlo?—pregunta en susurro y con un notable interés creciendo con fuerza en su interior. —Empecemos con mi mano. Aunque estuvo de acuerdo con mi propuesta, se deja ver algo incómoda al acostarse sobre mis piernas. Yo estoy sentado en el borde de la cama, ansioso y dispuesto a cumplir mis fantasías con esa perfección de trasero que se manda. Primero fue un golpe suave y con la mano abierta buscándolo abarcar todo, pero resulta prácticamente imposible. El siguiente golpe es más intenso. Uno, dos, tres que se convierten en casi diez nalgadas cargadas de puro erotismo. Su respiración la delata, le está gustando y yo lo estoy disfrutando intensamente. Muerdo el inicio de sus nalgas enrojecidas y nos recostamos en la cama. No sé cuánto tiempo pasa pero nos quedamos dormidos. Cuando abro los ojos la busco de inmediato pero no la encuentro. Camino al baño pensando que podría encontrarse allí pero no había nadie. Al regresar me topo con la realidad; sus cosas no están, no hay señales de ella por ningún lado. Se ha ido. Menuda loca. Mis ojos chocan de repente con mi imagen en el espejo. Me río y niego al tiempo con la cabeza. Loca, es una puta loca. Allí donde inicia esa extensión viril de mi cuerpo, escrito con labial rojo se lee: VADE RETRO. AGNES Empiezo a trepar lentamente por la rejilla de flores bajo mi ventana para llegar hasta la habitación. Cuando por fin mis pies tocan el suelo del cuarto, las luces se encienden y el corazón se me viene a los pies. —Papá… —se me quiebra la voz. — ¿Dónde demonios estabas, Agneshka? —me habla mi padre desde la esquina más oscura y tenebrosa del recinto. —Puedo explicarlo —expreso con notable nerviosismo corriendo por mis venas. — ¿Qué es esto? —señala mis obvios tatuajes y yo me estremezco al instante presa del pánico y el horror. ¡Mierda! —Más te vale que sean de mentira y te los borres de una vez. —Pa… —Híncate. —No, papá… — ¡Que te hinques, maldita sea! —dice furioso entre dientes. Caigo de rodillas al suelo al mismo tiempo en que las lágrimas empiezan a abandonarme. Esto solo significa una cosa y hace tiempo que no lo vivía; no desde que me descubrió besándome con el hijo del jardinero de nuestra antigua casa. Cosa que me costó la ida al colegio, quedando condenada a las clases privadas. — ¡Por favor! —le suplico cuando veo que se despoja de su cinturón. Su mirada es oscura y endemoniada, como si algo sobrenatural lo poseyera en ese preciso instante. — ¿Por qué siempre me obligas a caer en esto? Sabes que no me gusta, pero es la única forma en que lo entiendes. Ahogo un grito cuando siento en mi espalda el primer correazo. Estos se convierten en cinco más; me desplomo ahí mismo cuando no lo soporto. Me arde la espalda, me arde la vida. No entiendo porque me hace esto. Solo necesito que me deje vivir un poco. El mundo no me va a romper como él dice, solo él tiene ahora ese poder y como lo sabe usar de bien. —Ni una sola palabra a Gretel. O créeme que te va a salir bien caro. —Luego se agacha y deposita un beso en mi cabello. —Te amo ¿Lo sabes? Todo esto es por tu bien. —Asiento porque nunca he tenido de otra. Cuando él se marcha me meto en la ducha y dejo que las gotas de agua se combinen con las lágrimas saladas que caen sobre mi piel. Solo hay que aguantar un poco más. Me consuelo con imposibles. Salgo y me lanzo a llorar sobre la almohada. La piel de mi espalda me quema. Te extraño tanto, mamá. Desde que nos dejaste, mi padre no solo es mi padre, es al mismo tiempo mi verdugo y protector. VADE No puedo creer que ha pasado casi una semana y la rubia ha desaparecido desde que follamos. La he esperado a la entrada, a la salida y nada. Incluso he ido a su casa pero cada vez que intento pasar de la puerta, su padre sale con cara de asesino a sueldo y me reprimo. ¿Qué ha pasado contigo, Agnes? ¿Dónde andas metida? ¿O acaso te estás escondiendo de mí? El fin de semana me tiene intranquilo; no puedo quedarme con la duda, necesito verla y saber por qué ha desaparecido y no sé, quizás follármela en el proceso. Te juro que no van a ser suficientes los azotes que estoy pensando, rubia. No me lo pienso más y conduzco hasta su casa. Ya casi cae la noche, me entra una punzada de arrepentimiento. ¿Qué haces aquí esperando por una apestosa que claramente se dejó coger y se largó? Una rubia demente que no te ha dado la cara. Ya vete a alguna fiesta de turno a cogerte a cualquiera para bajar la calentura, pero no a dejarlas entrar en tu juego. Estoy a punto de girar y largarme hasta que veo el portón abrirse y su padre salir en un auto. Iba solo. Genial. Contemplo de inmediato la oportunidad y me escabullo en dirección a su casa. Corro lo que más puedo y cuando llego no tengo idea de cuál es la ventana de Agnes. Busco rápidamente pero me resulta inútil. Podría ser cualquiera de las más de diez ventanas que hay en el segundo piso de la propiedad. De repente siento como el portón se vuelve abrir y me lanzo a unos arbustos para esconderme. El Señor Maksimov ha vuelto. Se estaciona justo en la puerta de su casa, abre del lado del asiento del copiloto al mismo tiempo que la puerta de la casa se desplega de par en par permitiéndome por fin ver a la rubia. Hay algo distinto en ella. No sé si es la ropa que le cubre todo el cuerpo o el azul apagado de sus ojos. No tengo más remedio que quedarme allí escondido hasta que empiezan a salir y correr antes que se cerrara el portón y me quedase encerrado allí. ༺ ⚜ ༻ Una nueva semana de clases ha iniciado. Cuando creo que la rubia tampoco se va a aparecer, la veo entrar, pasarme por el frente e ignorarme por completo como una sucia escurridiza. ¿Y ahora qué? Tenía muchas dudas rondándome. ¿Por qué había faltado toda la semana a clases? ¿Por qué me ignoraba después de haber cogido? ¿Se habrá asustado? Algo no me olía muy bien y no lo digo porque sigue siendo una apestosa, sino porque percibo algo muy diferente en su actitud. Durante el receso la pierdo de vista. Parece que se esfumara y apareciese luego como si nada en el siguiente bloque de clases. El timbre de salida suena y no espero a que ella pueda salir, la encaro cuando el salón queda casi vacío antes de que vuelva a escapar de mi vista. —Agnes. —Agneshka para ti. — ¿Qué? ¿Y ahora qué fue? —Nada, déjame en paz. — ¿Es en serio? Necesitamos hablar. — ¿De qué? —Se pone a centímetros de mi boca—. Me follaste ¿Contento? Ya obtuviste lo que querías. — ¿Qué sabes tú de lo que yo quiero o no? —Se aleja cuando le miro la boca. —No me interesa averiguarlo, así como tampoco me interesa nada de ti. Ya cogimos, ya fue. —Se intenta marchar y la jalo del brazo. —No, no me vengas con eso. —Suéltame. —Forcejea. —Está bien, te suelto pero me dices ya mismo que es todo este teatro que has armado. — ¿Teatro? —Ríe—: Normaliza que las chicas también se pueden coger a los chicos y desecharlos al instante. —Pues no te creo. Bien que lo disfrutaste, lo vi en ti. —Puedo fingir ¿Sabias? —Rio negando con la cabeza. —No creo que lo hayas hecho. —Ya basta con eso. ¿Lo disfrutamos? Sí, pero olvidemos que eso pasó y continuemos con nuestras miserables vidas. —A mí no me jodas, Agneshka. Me lanzo contra ella y la beso furioso. Por un momento se deja llevar, sus labios se mueven a la perfección junto a los míos; sus besos son calientes como ella me hace sentir, pero de repente su comportamiento de me vale una mierda el mundo reaparece. Me muerde el labio inferior robándome un gemido de dolor combinado con deseo de más. Me susurra antes de abandonar el salón. —Vade retro.
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