AGNES La noche cae serena y logro divisar la luna llena a través del cristal cerrado de mi ventana. Tomo un largo respiro y me siento a los pies de la cama con un kit de primeros auxilios entre las manos. Me encuentro sin los pantalones del pijama puesto, solo en bragas de algodón licrado rosa y una camiseta de tiras color gris. Busco la crema para los dolores y la mezclo un poco con otra para moretones. Esparzo cierta cantidad sobre mis muslos con suavidad. Desde la última vez que mi padre me pegó han disminuido los moretones sobre mi pálida piel. En cambio realizar el mismo proceso con las heridas frescas de mi espalda me resulta bastante desagradable e incómodo de llevar a cabo. Me pongo de pie y camino descalza hacia el espejo de cuerpo entero cargando las cremas conmigo. Alzo la