CAPÍTULO DIECISIETE Lucas reprimía la sed que sentía, con paciencia, sabiendo que más adelante necesitarían más agua. A su alrededor, la caravana continuaba avanzando por los desiertos de Morgassa, viajando a lo largo de senderos que probablemente veían más animales que personas. Pero seguro que debía de haber algunas personas, pues Lucas veía pisadas en el camino. Algunas de estas pisadas eran extrañas, más grandes de lo normal, mucho más grandes que las de los humanos. —Parecen recientes —dijo Catalina, y Lucas sabía que había pasado cazando el tiempo suficiente como para distinguirlas—. Demasiado recientes. «¿Piensas que todavía están aquí?» —le mandó Lucas, sin querer alertar a nadie que estuviera escuchando. «Creo que debemos asegurarnos» —le mandó en respuesta Catalina. Lucas e