El movimiento constante que sentía sobre uno de sus hombros, fue lo que obligó a Samanta a despertarse, y al abrir los ojos se encontró con la cara de Alicia en confusión total.
—¿Me puedes explicar qué hace Álvaro en tu cama? —le preguntó mientras señalaba detrás de ella, Samanta se volteó y observó al chico durmiendo plácidamente.
—¿Qué horas son? —Samanta se levantó con rapidez, ignorando por completo la pregunta de su amiga.
—Las cinco de la mañana… y él no debería de estar aquí.
—Lo sé, Ali.
Samanta le mandó una mirada mortal y Alicia comprendió que no debía hablar de más, se acercó a Álvaro, primero lo llamó por su nombre con suavidad, pero al no recibir respuesta, optó por moverle el hombro tal y como Alicia había hecho con ella. Él despertó un momento después y cuando su
