Capítulo XVIII. La profecía: «Cuando el último Laird de Ravenswood hasta Ravenswood cabalgue» MIENTRAS sus huéspedes se dedicaban a los preparativos de su marcha, Ravenswood hizo también los suyos para ausentarse de la torre un día o dos. Para ello había de utilizar a Caleb y lo encontró en su sótano ruinoso y oscuro, encantado de que partieran los visitantes, y calculando el tiempo que durarían las provisiones no consumidas. El Master le comunicó, no sin alguna vacilación, su propósito de acompañar al Lord Keeper hasta el Castillo de Ravenswood y permanecer allí un par de días. —¡No lo quiera el Cielo! —exclamó el viejo, poniéndose más pálido que el mantel que enrollaba en aquellos momentos. —Y, ¿por qué, Caleb? ¿No puedo devolver la visita al Lord Keeper? —¡Oh, señor! ¡Oh, míster Ed