Los días siguientes, fueron maravillosos. Despertando junto al hombre que amo, hacía mis ejercicios y entrenamientos, que ya no eran obligatorios, pero se habían convertido en una rutina para mí, sonreía todo el día. Hasta que el día que me correspondía mi sesión con el psicólogo me empañó la felicidad. — Mayra, ¿Cómo estás el día de hoy?. — Absoluta y completamente feliz. — Conteste con una enorme sonrisa. — ¿Sí? Qué bueno, y puedo preguntar, ¿A qué se debe esa felicidad?. — Finalmente, lo hice, me vengué de Liam, lo hice pagar por lo que me hizo, le hice sufrir todo lo que yo sufrí. — Expliqué muy animada. — ¿Y eso es lo que te trae felicidad?. — Obviamente sí. — Voltee los ojos. — ¿Y crees que eso cambiará algo?. — Sí, por lo menos mi autoestima, para empezar. — Asevere. — Ento