CAPÍTULO DIECINUEVE “Eso fue una locura”, dijo Ramírez en el auto. “¿Nadie te dijo que era especial?”, preguntó Avery. “Bueno, uno de ellos dijo que era especial, pero fue algo como ‘Era un idiota muy especial’. ¿Entiendes? No pensé que estaba hablando de eso”. “Maldita sea”, murmuró Avery. Se estaba haciendo tarde, y una pista que creyó resolvería el caso había sido un callejón sin salida. Comenzó a cuestionar la integridad de Randall una vez más. “¿Por qué mentiría? Él no miente”, se dijo a sí misma. “Simplemente nunca da una respuesta directa. Tan cerca. Tan cerca”. Su teléfono sonó. El nombre en la pantalla hizo que su corazón dejara de latir y que su rostro se empalideciera. Jack. Su ex esposo. No habían hablado en más de un año. “¿Qué podría querer?”. Avery se bajó del auto.