Capítulo 10 : No Sigas Con Esto

1662 Words
—¡No me jodas! —espeta, asombrada—. No puedo creer todo lo que ha pasado en tan poco tiempo. Lucero luce completamente atónita mientras le cuento todo lo sucedido con Aziel Carter desde el primer encuentro que tuvimos, sin saber quién era él. —No sé cómo sentirme respecto a lo que ha sucedido, o si culpar a las hormonas de mi embarazo, pero me siento completamente extraña. —Al menos has dejado de pensar en ese sinvergüenza, Ivanna. El señor Carter es un hombre completamente diferente, en todo el sentido de la palabra. —Hablando de Harold... Su madre llegó a mi apartamento el día que me dejaste con Aziel a solas. —¿Qué? ¿Qué quería esa señora? —Terminar de buscar las pertenencias de su hijo. Pero antes, me cuestionó el hecho de que estuviera con otro hombre a solas en mi apartamento, cuando su hijo y yo habíamos terminado hace poco. —¡Maldita vieja sinvergüenza! ¿"Terminado"? Dirás que ese malnacido te abandonó sin importarle nada, ni siquiera su hijo —brama, molesta—. De tal palo, tal astilla. ¡Vieja del demonio! —Le entregué las últimas pertenencias de su hijo y le pedí que se marchara. Lo último que quiero es seguir sufriendo por Harold, cuando una vida dentro de mí me necesita. —Señoritas. Nos vemos interrumpidas por la voz de un hombre que nos mira a ambas, curioso. —Señor Benneth —Lucero se levanta rápidamente y le extiende la mano—. ¿En qué podemos servirle? —Les notifico que la señora Smith estará ausente unas semanas debido a una emergencia familiar. ¿Qué le habrá pasado a Regina? —Oh, no lo sabíamos —musita Lucero—. ¿Le ha sucedido algo? —Nos acaba de notificar. Tengo entendido que es algo relacionado con su esposo, así que no se preocupen. —Me mira fijamente—. Durante su ausencia, ambas estarán a cargo del departamento y trabajarán directamente con el señor Carter y conmigo. —Entendido, señor —Lucero golpea mi hombro y le doy una sonrisa de boca cerrada—. Estaremos a su disposición, señor. —Gracias, chicas. Las veo luego. El hombre se marcha, y Lucero parece finalmente respirar. —¿Quién es él? —pregunto, curiosa. —El vice presidente de la empresa y mejor amigo del señor Carter, ¿no recuerdas que estuvo aquí con él? —Niego—. Da igual. El caso es que ambos son unos bombones. Ruedo los ojos, negando, y regreso a mi escritorio. —¿Cómo sabes que es su mejor amigo? —Aquí todo se sabe, querida. La llegada del señor Carter tiene loca a media compañía —musita, divertida—. Y si se enteran de que ya tiene los ojos puestos en una colaboradora, se morirán. —Lucero, muérdete la lengua —la señalo, determinante—. Es mejor que seas una tumba o yo me encargaré de llevarte a una. Rueda los ojos y retoma su posición en su escritorio. Durante las próximas horas trabajamos en total silencio, cada una en lo suyo. El teléfono de su oficina suena; rápidamente lo contesta, y en cuestión de segundos cuelga. —El señor Carter pide que vayas a su oficina de inmediato —hace un baile con sus cejas—. Creo que se está muriendo por verte. —Deja de decir tonterías. Seguramente debe ser por algo del informe que le entregué. Niega, divertida. Ruedo los ojos, me levanto, tomo mi iPad y subo al elevador para ir hacia su oficina. Al llegar, su secretaria me sonríe y me dice que pase directamente. Al abrir la puerta, veo su escritorio vacío, pero finalmente lo encuentro mirando a través de la pared de cristal que deja ver la gran ciudad imponente. —Señor Carter —musito, cerrando la puerta a mis espaldas—. ¿Me mandó a llamar? —Aziel, llámame Aziel, Ivanna. —Cuando estemos fuera de horario laboral, quizás. Por ahora mejor guardo mi compostura. Niega con una pequeña sonrisa en su rostro, camina hacia mí y me extiende la mano. —Quiero que me acompañes. Tomo su mano, y me guía hacia la mesa, que está llena de frutas picadas, jugo natural y una deliciosa pasta. —Necesitas alimentarte, y pensé que esto te caería bien. Su detalle me había dejado helada por completo. Jamás imaginé que un hombre pudiera preocuparse tanto por mí, y menos en mi estado. ¡Claro! Aquí tienes la continuación del texto, manteniendo el tono y los elementos clave: Me siento en la silla que Aziel me indica, aún procesando el gesto. Él toma asiento frente a mí, apoyando los codos sobre la mesa mientras me observa con una mezcla de interés y algo más que no alcanzo a descifrar. —No sabía que fueras tan atento —comento, rompiendo el incómodo silencio mientras tomo un vaso con jugo. —Hay muchas cosas que aún no sabes de mí, Ivanna —responde, con esa voz grave que parece vibrar en el aire—. Pero estoy dispuesto a que las descubras, a su debido tiempo. —¿Por qué estás haciendo esto? —pregunto, dejando el vaso a un lado. Mi tono es más duro de lo que esperaba. No es desconfianza, es miedo. Nadie había hecho algo así por mí en mucho tiempo, y no sé cómo reaccionar. Aziel se reclina en su silla, su expresión se suaviza. —Porque creo que mereces que alguien lo haga. Porque... me importa que estés bien. Desvía la mirada hacia la ventana, como si buscará las palabras adecuadas. —Sé que he sido directo, y que probablemente esto sea inesperado para ti, pero desde que llegué aquí... desde que te conocí, supe que había algo especial en ti. Sus palabras me dejan sin aliento. ¿Es en serio? ¿Es esto una broma o algún tipo de prueba? —Señor Carter... Aziel... —corrijo rápidamente—. No creo que sea apropiado... —¿Por qué no? —me interrumpe, su tono firme pero no agresivo—. ¿Por qué estás tan acostumbrada a que te traten mal, que no puedes aceptar que alguien quiera tratarte bien? La pregunta me golpea como un puñal. Tiene razón. Mi mirada baja hacia mis manos, que juegan nerviosas con el borde del vaso. —No es tan simple... —murmuro, sin atreverme a mirarlo. Aziel se levanta y rodea la mesa, deteniéndose junto a mí. Siento su presencia tan cerca que el aire parece cargarse de algo indescriptible. Él se inclina ligeramente, y su voz baja me envuelve. —No pretendo que sea simple, Ivanna. Pero quiero que entiendas algo: no tienes que enfrentarlo todo sola. Estoy aquí. Me atrevo a levantar la mirada y encuentro sus ojos fijamente clavados en los míos. Por un momento, parece que el mundo se detiene. No hay Harold, no hay problemas, no hay juicios. Solo estamos él y yo, y la intensidad de algo que empieza a arder en mi pecho. Pero antes de que pueda responder, la puerta de su oficina se abre entrando una rubia la cual recuerdo muy bien. "La chica del restaurante" —Oh, Aziel. No pensé encontrarte...—Parece asombrada —. ¿Intereumpo? —Sí, estoy ocupado —dice con seriedad—. ¿Es urgente? "Oh oh" —¿Ella quién es? —Pregunta curiosa acercándose. —Yo...Ivanna Fletcher —Finalmente digo. —Un gusto Ivanna —Me extiende su mano con una sonrisa radiante —. Soy Mía Carter, la hermana de Aziel. ¿Qué? La chica me mira curiosa y me regala una sonrisa genuina. —Un gusto señorita Carter —Recibo su mano. —Tienes un cabello y unos ojos hermoso Ivanna —Musita mirando a su hermano —. ¿Eres novia de mi hermano? —Oh, yo... —Mía, ¿qué se te ofrece? —Finalmente interrumpe él —. No te esperaba hoy por aquí. —Créeme que tampoco quería venir hermanito, pero mamá y papá me han obligado. —Sujeta su corbata —. Quieren que asistas esta noche a cenar con nosotros, por supuesto le diré que llevarás a una invitada. ¿Invitada? —Yo no podré asistir... —Será un placer tenerte esta noche en casa Ivanna, los veo luego. Sale rápidamente de la oficina dejándonos a solas y a mi completamente confundida con lo que acaba de suceder. —Debería volver a mi oficina —digo levantándome. —De acuerdo. Recuerda comer un poco y descansar. —Lo haré —respondo, aunque no sé si es completamente cierto. Mientras camino hacia la puerta, siento su mirada fija en mi espalda. No sé qué está pasando entre nosotros, pero lo que sea que está naciendo es algo que jamás imaginé que podría experimentar. Al regresar a mi escritorio, Lucero me mira con curiosidad, como si pudiera leer mi mente. —¿Y bien? —pregunta, alzando una ceja. —Nada importante —respondo, evitando su mirada mientras enciendo mi computadora. —Ajá... Nada importante. Seguro fue algo más que un informe, Ivanna. Tú no eres buena ocultando cosas, y esa cara te delata. —Lucero... —la miro con seriedad—. Si aprecias tu lengua, no sigas con esto. Ella rueda los ojos, pero sonríe. —Está bien, está bien. No diré nada. Pero no puedo esperar a ver cómo termina esto. Intento ignorarla y concentrarme en mi trabajo, pero mi mente sigue regresando al momento en la oficina de Aziel, a su voz, sus palabras, y cómo, por un instante, me hizo sentir que tal vez... solo tal vez... no estaba sola en esto. Respiro profundamente y sujeto el puente de mi nariz. Este hombre es peligroso, no en el sentido de que pueda hacerme daño, sino porque tiene el poder de desarmar las paredes que tanto me costó construir...
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD