Jeremías. —Estoy feliz con este carro Jere. —lo pone dentro acomodándolo bien y lo tapa verificando que este bien cubierto del frio—. Ahí vas a estar mas cómodo amor mío, en brazo te cansabas mucho. —Nos hacia falta uno, tiene a penas unas semanas y ya nos mataba los brazos. —Eso es verdad, gracias. —me abraza felíz, hace punta de pies dándome un beso en la boca—. Vamos así visitamos a la señora Rosario. —Si. —vamos donde la dueña de donde alquilábamos, no voy nada contento donde es una mujer que habla hasta por los codos, Sari habla, pero ella le gana a cualquiera, voy empujando el carro y ella se agarra de mi brazo—. Intentemos de irnos temprano así nos vamos enseguida al pueblo. —Si claro... No quiero que nos agarre la noche en pleno viaje. —Yo menos... Las calles se congelan en e