Capítulo 7

2823 Words
— ¡¿En dónde demonios estabas, Abbigail?! Brinco un poco en la cama cuando escucho el grito de mi padre en la habitación. — Papá... — murmuro con algo de fastidio porque me ha despertado del sueño que difícilmente había logrado conciliar. — ¡La policía, Abbigail! ¡Te fui a buscar a la policía! — Sólo hay que mirarlo un segundo para saber que está histérico, su rostro lleno de rabia. Me controlo para no soltar una maldición. No es la primera vez que desobedezco una orden suya o me escapo de casa, entonces, ¿cuál es todo este alboroto? Entonces veo a mi abuela detrás de él y comprendo que ella le ha estado lavando el cerebro con quien sabe qué cosas a mi padre. — Cuando quieras puedo llamar al internado en Italia, Marcus — dice Noellia, mirándome por encima de su hombro —. La directora es una amiga y... — ¿En dónde estabas? — Casi me río cuando mi padre la corta e ignora. Ella debe entender que es más que obvio que mi papá nunca me mandaría a un internado. Él nunca me enviaría lejos de su lado. Además, pronto cumpliré la mayoría de edad, no es como si realmente tuviera la autoridad para hacerlo. — Respóndele, niña — Noellia se acerca a mi padre, dejando un hipócrita toque en su brazo —. Tu padre te está hablando. Rechino los dientes y contengo las ganas de escupirle unas cuantas verdades en la cara. — Estaba con Hunter — mascullo entre dientes, acomodando mejor las sabanas sobre mi cuerpo para esconder mis heridas porque no sabría qué decirles si las ven. — ¡Te he dicho que ese chico no me gusta para ti, Abbigail! — ¡Estoy con quién yo quiera! — Exploto porque odio que me dé órdenes. Yo decido qué hago con mi vida, nadie puede elegir sobre mí. Mucho menos él con su absurdo intento de ser padre. — No vas a hacer lo que tú quieras — el rostro de Marcus se endurece aún más mientras me habla —. Si quieres el viaje con Luke, vas a empezar a comportarte como una mujer. Ya me cansé de tus estúpidos caprichos de niña. ¡Madura de una buena vez por todas! Aprieto las sabanas con mis puños, sorprendida por su grito y forma de tratarme. — Deja de amenazarme con el viaje de Luke — le respondo con altanería. — Te amenazo con lo que yo quiera. Me tienes harto, Abbigail — ignoro el dolor en mi pecho debido a sus palabras. Es la primera vez que él me dice cosas hirientes —. O empiezas a comportarte o te envío al maldito internado en Italia. Nada más es que tu abuela Noellia llame a su amiga y todo listo, no estarás más aquí. — No serías capaz — le contesto con voz fría, poniendo en mi rostro esa sonrisa caprichosa que tanto les molesta a todos. — Pruébame, pruébame y veremos qué tan capaz soy de hacerlo. Lo miro expresando toda la rabia y coraje que tengo, rabia y coraje que aumenta cuando veo la sonrisa de Noellia a su lado. Por Dios, ¿cómo demonios es que ella es mi abuela? La función de circo se completa cuando el perro guardián aparece en la puerta de mi habitación. Perfecto. Me remuevo incomoda y enojada. Incomoda porque él sabe de mis heridas y puede decirle a mi padre. Enojada porque las palabras que me dijo antes de que cayera desmayada al piso, se repiten en mi cabeza como una película destinada a ser rebobinada cada cinco segundos. ¿Cómo esperar que alguien más la quiera si ni siquiera su propia familia lo hace? — Señor Petterson — llama a mi padre desde la puerta, mirándome con esa frialdad que siempre tiene para mí —. Quería hablar con usted sobre algo muy importante. Se trata de la señorita Abbigail. Cierro los ojos y ruego a un Dios que se ha olvidado de mí, que por favor el perro guardián no diga nada sobre Hunter. — Abbigail, ¿qué más hiciste? — No creas nada de lo que él te diga, te estará mintiendo. — Ethan, dinos lo que hizo esta niña — Noellia pide como si tuviera alguna autoridad sobre los empleados de la casa. Odiándome por hacerlo, pero sin ver otra opción, suavizo mi mirada y le pido con los ojos al perro guardián que por favor no diga nada sobre el video y los golpes de Hunter. Él me sigue mirando sin expresión alguna, nada más que esa frialdad a la que ya me he acostumbrado. Es tan diferente al Ethan de hace unos minutos que me ayudó con mis heridas, que es algo chocante ver el cambio. Pero prefiero a esta Ethan, porque el Ethan amable me hace sentir débil, vulnerable, y no puedo bajar la guardia con nadie, no debo hacerlo... mucho menos con él. — La señorita Abbigail — el perro guardián me mira mientras habla, después mira a mi padre y me preparo para escucharle decir toda la verdad —. Me durmió con algún medicamento para poder escaparse de la casa. — ¡¿Qué?! Maldito. Había olvidado ese pequeño detalle. — No puedo creerlo — Noellia sacude la cabeza con fingida tristeza —. ¿Ahora eres también una delincuente, niña? — ¡¿Qué demonios pasa por tu cabeza?! ¡¿Dormirlo?! ¡Lo dormiste, Abbi! ¡Lo dormiste! — Tarareo alguna canción entre dientes para ignorar los gritos de mi padre —. ¡¿Y si te hubieras pasado con la dosis?! ¡¿Si Ethan hubiera sido alérgico a lo que sea que le diste?! ¡¿No tienes límites con tus caprichos?! — Continúo tarareando una canción en voz baja, ignorando sus estruendosos gritos —. ¡Escúchame! De repente, todo se queda en silencio. Lo único que siento es el fuerte ardor en mi mejilla, quemando como pequeñas cargas eléctricas. Jadeo con dolor, llevando mi mano al punzante sitio en donde me ha golpeado. ¿Me ha golpeado? Rechino los dientes para alejar mis lágrimas, sin permitir que ellos me vean débil por ningún motivo. — Olvídate del dinero de este mes, cancelaré todas tus tarjetas de crédito. No, eso no. — No, papá — salto de la cama, tragándome el dolor y cuidando en tapar mi vientre para que no vean mis heridas —. No puedes quitarme el dinero. — Lo haré — la poca calidez con la que me mira me deja un poco aturdida, pero no lo suficiente para impedir que continúe rogándole. — Papá, por favor, quítame lo que quieras, menos ese dinero. — ¿Hay algo más que necesite saber, Ethan? — Mi padre me ignora, mirando ahora al perro guardián. Miro a Ethan, lo miro con toda la intensidad que puedo. Por favor, por favor. No le digas más. — No, señor. Eso es todo. Mi padre asiente con semblante sombrío y, sin volver a mirarme, sale de mi habitación a paso silencioso. Mi abuela va detrás de él, pisándole los talones. Antes de que pueda pensarlo, mis labios sueltan las palabras —: Gracias... por no decirle lo de Bárbara. Y aunque estoy furiosa porque por su culpa mi padre me ha golpeado, es el agradecimiento más honesto que he dado. Ethan me mira fijamente, su mirada de alguna forma poniendo mis pelos de punta cuando pasan los segundos y no me libera de sus ojos grises. Al final, sólo termina asintiendo. Cuando está a punto de salir, se detiene en el umbral de la puerta para preguntarme: — ¿Todavía te duele? Su pregunta me sorprende. — Un poco — le confieso —. Pero mi nana y Luke ya me dieron algunos medicamentos para el dolor y la inflamación. Me mira fijamente por otros cortos segundos que aceleran mi corazón. Y es molesto. Son molestas todas las reacciones que él me hace tener. Ethan vuelve a asentir y, sin decir ni una palabra más, sale de la habitación dejándome con una duda en la cabeza. ¿Quién es realmente Ethan Fuster? ¿El hombre frio y sombrío que me mira como si me odiara? ¿O es el hombre amable que de alguna forma extraña parece preocuparse por mí? [...] — A la salida vengo a recogerla — escucho que me dice el perro guardián, pero lo ignoro y me apresuro a bajar con rapidez del auto. Tenerlo tan cerca en un espacio tan cerrado me confunde y me abruma. Luke se levantó temprano para ir a su casa y cambiarse, así que cuando lo encuentro de nuevo en la entrada del colegio, me abraza con esa efusividad a la que ya estoy acostumbrada. — ¿Cómo estás, Darling? — Suéltame — murmuro con voz ahogada —. Me estás lastimando. — ¡Oh, Dios mío! ¡Lo siento! Muerdo mi labio y reprimo el grito de dolor que quiere salir de mis labios. — Está bien, no te preocupes — sostengo la correa de mi mochila Armani con más fuerza, caminando al lado de Luke y sintiéndome nerviosa porque no sé qué hará Hunter cuando me vea. — Te tengo una buena noticia — Luke me saca de mi ensimismamiento. — Dime. — Mason hizo su trabajo, Darling. Bárbara tiene el cabello verde. Sonrío ante la idea de ver su furia por lo que he hecho, así que tan pronto entro al patio del colegio, busco algún cabello verde por el lugar, pero no lo encuentro. — Sabía que podía confiar en Mase. Sin pensarlo, tomo el teléfono y le marco. En la tercera llamada él me contesta —: Hormiga, ¿qué haces llamándome tan temprano? — ¿No deberías estar en clase? — Le pregunto, buscando con ojos atentos algún tono verde por el lugar. — No fui, anoche trasnoché con una morena y... — Eres un cerdo — mascullo con asco y rabia —. Sabes que no me interesa saber nada de tu vida s****l, Mason, no seas un completo imbécil — ruedo mis ojos cuando Hillary y Marthy me saludan a lo lejos con la mano —. Gracias por lo del shampoo de Bárbara, por cierto, te llamaba para eso. — No me des las gracias, Hormiga — se ríe de forma ronca y de sólo imaginar los hoyuelos en sus mejillas, se forma una sonrisa en mis labios —. Estoy ansioso por saber cómo es que mi hermana te devuelve el favor. — Maldi... — ¡Bingo! Cabello verde a la vista —. Hablamos después, Mase. Me acerco a paso seguro hacia Bárbara e ignorando el dolor punzante de mis costillas, pongo mi mejor sonrisa en los labios. — Me la vas a pagar, Abbi — masculla cuando me ve, chispas saliendo de sus ojos. — ¿De qué hablas, Barbie? — La miro con descarada confusión y estiro mi mano para enrollar un mechón de su cabello en mi dedo —. ¿Cambiaste de shampoo? Tienes que darme el nombre porque te ha quedado estupendo. ¿Cómo se llama? ¿Puede ser Aqua di Parma o tal vez Alterna Ten Voss? ¡No, ya sé! ¡Green Frog! — Perra — susurra entre dientes e ignorándome tanto a mí como las risas burlonas de los estudiantes que están cerca, sigue caminando hacia el salón de clases. Oh, tan divertido. [...] Ignoro todo el día las miradas de odio de Hunter y agradezco a Luke que no me ha dejado sola en ningún momento. Cuando por fin suena el timbre de final de clases, agradezco mentalmente que Hunter no haya intentado acercarse a mí. Como lo imaginé, la gente ya ha empezado a murmurar y lo que he escuchado es tan cliché que hasta siento pesar de sus mentes tan poco originales. El rumor más cliché y ridículo es que me he quedado embarazada y tan pronto Hunter se enteró, decidió cortar la relación porque no quiso hacerse cargo del bebé. Qué idiotas. No niego nada a pesar de que es estúpido y tonto que piensen que ha sido él quien ha cortado la relación. Pero no me importa, total, lo nuestro nunca fue una relación. Sólo lo utilicé para proteger a Babara porque Hunter aparte de asco, no me produce absolutamente nada. Cuando veo a Ethan esperándome fuera del auto, me contengo para no gritarle al cielo en frustración. Odio que me espere fuera del auto porque odio que los demás sepan que me tienen guardaespaldas, como si yo fuera una condenada niña que necesita de un niñero. — ¿Tenías que esperarme afuera del coche? — Le pregunto con rabia cuando me he subido al auto, porque ni siquiera ha tenido la caballerosidad de él mismo abrirme la puerta. Puto patán. — Sólo hago mi trabajo — responde, ignorando totalmente mi enfado. Estiro mi mano para encender el estéreo y así poder distraerme de su presencia, pero su mano detiene la mía cuando estoy a punto de poner la música. — ¿Qué? — Lo miro con el ceño fruncido y sacudo mi mano de la suya cuando noto que él no me suelta. Me mira con fastidio, como si no quisiera responder mi pregunta. — No me gusta la música. Muerdo mi labio para tratar de contener mi risa, pero ¡vamos! ¡No soy capaz! — ¿De qué planeta eres? — Le pregunto, explotando en fuertes carcajadas —. ¿A quién no le gusta la música, Ethan? — A mí — me sigue mirando con fastidio y eso sólo hace que mi risa aumente. — Eres un extraterrestre o algo así — lo ignoro y prendo el estéreo. Para picarlo aún más, le subo bastante el volumen —. Ya decía que esa horrorosa cara no era de este planeta. — Te he escuchado, muñeca. — Ese era el punto. Lo miro de reojo y mi sonrisa no se borra de mis labios cuando veo la mueca de desagrado en su rostro. El perro guardián intenta bajarle a la música, pero agarro su mano y se la giro, torciéndole un poco la muñeca. Una risa brota de mis labios mientras lo miro con diversión. — ¡No le bajes! — Replico y le subo aún más cuando la canción Lean On de Major Lazer suena en el estéreo. — Vomito sobre esa canción — susurra entre dientes cuando empiezo a cantarla en voz alta —. Y vomito sobre tu voz, Abbi. Cantas como la mierda. — La mierda no canta — bajo la ventana del coche y canto más alto, provocando que las personas nos miren raro. — Sube la ventana — Me hago la tonta y saco un poco la cabeza para cantarle a la gente, sin importarme nada más que fastidiarle la vida al perro guardián —. Dios, realmente eres una cría. Me encojo de hombros. — Blow a kiss, fire a gun. We need someone to lean on... — canto con más fuerza y Ethan se aprovecha de que hemos parado en un semáforo para jalarme del brazo y tapar mi boca con una mano. — Cállate ya, idiota. Hundo mi codo en su vientre, su risa resonando en el auto y, ágilmente, me zafo de su agarre mientras yo también río con más fuerza. — Vamos, Ethan — hundo mis índices en su vientre con diversión —. Canta conmigo. Él resopla, sacude la cabeza y después de darme una mirada que deja en claro que piensa que estoy loca, continúa conduciendo el coche. — ¡Oh vamos! ¡No puedes cantar tan mal! — Otro resoplido es lo que me gano de su parte y una mirada de reojo que claramente es una advertencia para que no le siga insistiendo —. ¡Ethaaaan! — Alargo su nombre, sin detenerme. — Eres intensa — toca con sus dedos el puente de su nariz y después sus labios, manteniéndolos juntos como si estuviera evitando reír —. Ni siquiera me sé la puta can... Frena bruscamente el coche. — ¡¿Qué te pasa?! — Le grito tan asustada. Ha frenado tan repentinamente que mi cuerpo se ha balanceado un poco hacia adelante, recordándome el olvidado dolor en mis costillas. Rápidamente el auto vuelve a andar a una velocidad más alta. Ethan adelanta el coche n***o que está a su lado y le corta el paso, metiéndosele por delante. Reconozco claramente ese coche. — No te bajes del auto, Abbigail. El perro guardián se baja del coche y por supuesto que no le hago caso, me bajo detrás de él. Entonces me sorprendo de lo que él hace. Ethan saca con brusquedad a Hunter del coche n***o y le propina un fuerte golpe en la mandíbula. Mierda, ¿qué está haciendo?
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