OCHO Caitlin se despertó con un dolor ardiente. Sentía que la piel se le quemaba, y cuando trató de abrir los ojos, unas terribles punzadas estallaron en su cráneo se lo impidieron. Mantuvo los ojos cerrados y utilizó las manos para sentir lo que la rodeaba. Estaba encima de algo suave pero a la vez firme. Era desigual. No podía ser un colchón. Pasó los dedos encima, parecía plástico. Caitlin abrió los ojos —ahora con más lentitud— y miró hacia donde estaban sus manos apoyadas. Había plástico n***o y un aroma. ¿Qué era? Volteó la cabeza y abrió los ojos un poco más. En ese momento cayó en cuenta de que estaba tumbada sobre su espalda, en una pila de basura. Estiró el cuello, se encontraba en un basurero. Al sentarse, el dolor estalló y sintió que el cuello y la cabeza se le derretían.