Me quede completamente helado, mirando en dirección al restaurante, Renata voltea una vez más y me guiña el ojo dejándome aún más desconcertado.
—Vaya, eso sí es una mujer — comenta Raquel ganándose una mala mirada de mi parte sabiendo que ese comentario tiene dobles intenciones.
—Amigo ¿Cómo es que…? — miro a Max antes de que siga hablando y este se calla de súbito.
—¿Podemos irnos? Está haciendo frio.
—Hijo
—Luego hablamos, mamá. — ella asiente y nos dirigimos a los coches. Tamar y Santiago se van juntos, Mis padres con Raquel y yo me subo al auto de Max. Quien espera a que cierre la puerta del coche para atacarme con preguntas.
—¿Cómo es que estas saliendo con ella? Creí que no la conocías
—Y no la conozco.
—¿Seguro osito? — comenta alzando las cejas divertido.
—No seas idiota — golpeo su brazo y este se queja — Maldición, me estoy metiendo en un terrible problema.
—¿Me puedes contar que es lo que ocurre… osito? — lo fulmino con la mirada y este levanta las manos en son de rendición. — hablando enserio, soy tu amigo y sabes que puedes confiar en mí.
—Por el momento solo te diré que necesito que mi madre se quite la idea de que es mi novia.
—Inventa una separación — dice encogiéndose de hombros — pero esta vez procura que seas que tú el que la deje para no quedar como un perdedor al que todos abandonan — comenta y lo miro de mala manera.
—¿Para qué quiero enemigos? si contigo tengo suficiente — Max se ríe contagiándome y una idea se me cruza por la cabeza — Regrésame al restaurante — comento mientras le envió un mensaje a mi hermana para que le avise a mis padres que esta noche me quedare en casa de Max.
—¿Te quedaste cachondo? — dice dándole la vuelta al coche.
Llego al restaurante y le pregunto a una mesera por Renata, me dice que está preparándose para el cambio de turno y le agradezco, me quedo cerca del aparcamiento esperando a que salga mientras pienso las palabras que le diré para que no suene mal ¿pero a quien engaño? Siempre sonara mal lo que pienso pedirle, además de darle dinero por ayudarme frente a mi familia, aunque pensándolo con la cabeza fría, más que ayudarme me hundió más en la mentira.
Estoy absorto en mis pensamientos cuando veo que ya salió y se encamina por la calle, salgo corriendo tras ella y ¡grave error! Se voltea y golpea con su puño mi estomago dejándome momentáneamente sin aire «Tiene fuerza»
—¿Acaso eres idiota? ¿Cómo te vas a aparecer así de la nada? — pregunta molesta al darse cuenta de que soy yo — ¿me estas siguiendo? — ahora se cruza de brazos y me observa con una ceja alzada mientras yo intento recuperar el aliento.
—Si… no, te estaba esperando, necesito hablar contigo.
—No — me frena.
—Pero si ni siquiera te dije algo.
—Me vas a pedir que vuelva a fingir frente a tu familia.
—Por favor — suplico confirmando lo que ella dijo.
—¿Eres consciente de que realmente tu familia tiene razón y aun no superas a tu ex? En vez de pedirme ayuda con eso tendrías que ir a un psicólogo.
—Por favor — suplico nuevamente poniendo la típica cara que pone mi hermana cuando me pide algo.
—¿Y que se supone que tendría que hacer si acepto? — sonrío al pensar que eso es un sí.
—Solo fingir que estamos saliendo, luego de una o dos veces que vayas a mi casa, le diré a mi familia que te deje, que no éramos compatibles y listo.
—Primero — comienza a hablar mientras señala con sus dedos — Ni siquiera te conozco y me pides que vaya a tu casa. Segundo, a mí nadie me deja y tercero ¿crees que tu familia se creerá el cuento?
—No me conocías y aun así me llevaste a un motel.
—Si, para tener sexo y se supone que no nos volveríamos a ver.
—¿Y si te quedabas con ganas de más?
—Me buscaba a otro, no eres el único pez en el mar, osito.
—¿Y si yo me quedaba con ganas de más?
—Lo siento, pero no soy de repetir.
—Vaya, eso se supone que lo decimos los hombres.
—Pues fíjate que no, las mujeres también podemos salir, follar con cualquiera y luego descartarlo, pero claro, ustedes se creen que porque hacemos eso somos putas mientras ustedes son unos ganadores.
—Oye, no te desquites conmigo, me parece perfecto que explotes tu sexualidad como quieras. En fin
¿me ayudas?
—Lo siento, no tengo tiempo. — da media vuelta y comienza a caminar.
—Espera — la detengo — ¿puedes siquiera pensarlo? Mira, te doy mi número y cuando lo pienses bien me llamas — digo extendiendo un pequeño papel con mi número de teléfono — solo piénsalo ¿sí? Puedo pagarte muy bien.
—Estas completamente loco y yo más por siquiera pensarlo.
—Piénsalo — insisto.
—Adiós, osito. — se despide de mi con una media sonrisa mientras niega con la cabeza
Observo como se marcha, con la esperanza de que no bote mi número y que me llame diciendo que me ayudara ¿tan loco soy por pedir eso?, suspiro resignado y me encamino al auto de Max mientras me quedo pensando porque mierda me llama osito.
—Tiene buena zurda, me agrada — comenta Max apenas me subo al coche.
[…]
[Renata]
Llego a casa luego de un largo día de trabajo, estoy cansada, pero ser recibida por mi pequeña Mery es razón suficiente para olvidar todos mis malestares.
—Hola Renny ¿me trajiste algo? — su sonrisa gigante mostrando la ventana que se le forma al faltarle dos de Mer ¿Dónde está mamá? — pregunto observando a todos lados para luego susurrarle — te traje un chocolate, pero escóndelo bien — sus ojitos se iluminan y guardando la barra de chocolate que le traje, bajo su pijama sale corriendo y gritando de alegría.
—¿Qué te dije de darle dulces a esta hora? — me regaña mi madre entrando a la pequeña sala que hay en casa. — ¿Cómo te fue? — se acerca y besa mi frente.
—Solo es una pequeña barra de chocolate — me disculpo — Bien, hoy obtuve muy buenas propinas. Mañana iremos a comprar tus medicamentos.
—No hace falta hija, sabes que estoy bien.
—El doctor dijo…
—El doctor ese no sabe nada — comenta molesta. — hazme caso a mí.
—Claro, porque por eso gasto casi una década de su vida estudiando, para que termine haciéndote caso a vos.
—Hija…
—No voy a permitir que te suceda algo, piensa en Mery ¿Qué hará ella si tú le faltas? — comento con un nudo formándose en mi garganta.
—No me ocurrirá nada y si en algún momento llego a faltar, estarás tú.
—No es lo mismo.
—Claro que sí. Tú le darás todo el amor y cariño que necesita.
[…]
[Aaron]
Cuatro días han pasado y aún no obtuve ninguna respuesta de Renata ¿o es que precisamente esa fue su respuesta? Maldición, no me ayudara. Saco cualquier pensamiento de mi cabeza y me dispongo a prestar atención, pues mi primer día de prueba en el laboratorio llego y tengo los nervios a flor de piel.
—Hola — volteo a mi izquierda al escuchar una voz. — soy Mirna.
—Hola, soy Aaron. — comento extendiendo mi mano ganándome una risa de parte de la rubia que se acercó a mí.
—Lo sé, estuve cuando te presentaron… hace cinco minutos.
—Ah, sí, claro… — «Que idiota soy» — Entonces… ¿hace mucho eres parte del equipo.
—Eso depende — dice con una sonrisa y al ver mi cara de confusión se explica — como parte del equipo, hace poco más de dos años, pero prácticamente viví acá dentro desde que tengo uso de razón, mi padre es el dueño y director del laboratorio — la sorpresa en mi rostro es evidente — Lo sé, mi vida es por demás aburrida.
—¿Aburrida? Yo hubiese deseado poder crecer metido en todo esto, en cambio, crecí metido entre ubres y heces de vacas — comento divertido — mi padre tiene una fábrica de lácteos.
—Oh, eso es genial.
—Si… no tanto cuando te portas mal y de castigo te ponen a recoger las heces de los animales.
Seguimos charlando un poco y luego Mirna me explica los procedimientos e investigaciones que se están llevando a cabo, llega un punto en el que me quedo completamente embelesado, todo lo que una vez soñé con hacer, lo estoy haciendo «Definitivamente Raquel se merece un regalo»
…
Llego a casa con una sonrisa de oreja a oreja, he desperdiciado tanto tiempo valioso rechazando ofertas de trabajo y recién ahora me doy cuenta de lo idiota que fui.
Ingreso a la cocina en busca de un vaso con agua y la imagen ante mí me estremece.
—¡Oh, lo siento! — me apresuro a decir mientras me volteo. Santiago se aclara la garganta mientras ayuda a Tamar a bajarse de la isla de la cocina. — solo venia por un poco de agua. Cuando terminen lo suyo me avisan — estoy por salir de la cocina cunado mi hermano me detiene.
—Tranquilo, ya puedes voltearte, lamento que nos encuentres de esa manera, lo bueno es que cuando nos mudemos a nuestro hogar no volver a ocurrir — dice algo avergonzado.
—Entiendo — intento no prestarle atención al dolor que se agita en mi pecho y busco el maldito vaso con agua. — ¿Papá y mamá?
—Salieron a cenar juntos.
—Bien, creo que tendríamos que irnos todos de la casa, prácticamente no les dejamos privacidad. — y con esa idea en la cabeza, salgo de la cocina directo a mi habitación.
Con la imagen de mi hermano dentro de la mujer que alguna vez fue mía y con el pensamiento de que mis padres merecen tener su privacidad, la idea de mudarme se hace demasiado tentadora. Tener mi espacio, mi lugar, seria bueno.
Después de una ducha y sin apetito, me tiro en la cama a navegar por r************* , no hay nada nuevo, nada interesante, mis compañeros de colegio a esta altura ya están casados y con hijos, el único que no sienta cabeza aun, que disfruta y explota al máximo su libertad y sexualidad es Max, dudo que algún día llegue alguien que lo haga bajarse del tren de la lujuria y bueno, de mas esta decir que yo estoy en la escasa lista de solteros. «¿llegara alguien que me ame tanto como para querer pasar el resto de su vida junto a mí?».
Aburrido y sin nada interesante que hacer, me dispongo a dormir, dejo el celular en la mesa de noche, apago las luces de mi habitación y me meto debajo de la colcha, cierro los ojos y doy vueltas de un lado para otro. No puedo dormir.
Observo el techo en la oscuridad apenas iluminado por la luz de la luna y millones de pensamientos se aglomeran en mi cabeza «¿Qué hice mal para que me dejara? Porque es obvio que algo hice para que se enamorara de otro» odio las noches de insomnio, odio pensar en ella y seguir deseándola, odio que se haya enamorado de mi hermano y me odio a mi por no ser lo suficientemente hombre como para haber luchado por ella.
Mi teléfono suena despabilándome, lo tomo para ver quien es a esta hora y me siento de golpe a ver que se trata de Renata
Renata: ¿Hasta cuándo tendríamos que fingir exactamente?
Una sonrisa se forma en mi rostro.