Me despierto con tremendo dolor de cabeza, mi cuerpo me duele, pero la sonrisa en mi rostro es genuina.
Fragmentos de la noche pasada llegan a mi cabeza y abro los ojos, observo el otro lado de la cama percatándome que está vacío y aunque se siente raro, también se siente bien no sentir esa responsabilidad de hacer las cosas bien, de dejarse llevar un rato. Aunque de alguna manera es extraño haber pasado la noche con alguien y despertar solo en… ¿Dónde estoy?
Automáticamente mi teléfono comienza a sonar regresándome a la realidad y tomo el teléfono, veo el número de mi hermana, atiendo enseguida.
—Piojo ¿Qué pasa?
—¿Dónde estás? ¿Puedes venir por mí?
—¿Qué tienes?
—Nada, solo estoy cansada ¿puedes venir o me tomo un taxi?
—De acuerdo, envíame la dirección y en quince minutos estoy allí.
Cuelgo la llamada y enseguida recibo el mensaje de texto de mi hermana con la dirección, observo el lugar y me doy cuenta de que estoy en un motel «Mierda ¿Cómo termine aquí?» me visto rápidamente y salgo rezando por que haya llegado en mi coche, lo busco y gracias al cielo esta aquí, me monto en el y salgo en busca de mi hermana quien me espera en una cafetería, aprovechamos para desayunar juntos y me percato de lo sería que esta.
—¿Y a ti que te pasa?
—Nada ¿por?
—No lo sé, te ves de mal humor.
—No es nada. Desayuna rápido así vamos a casa.
—Piojo
—No quiero hablar Aaron.
Desayunamos en silencio y luego de pagar la cuenta nos vamos a casa en silencio, algo que verdaderamente me preocupa viniendo de mi hermanita, ya que siempre esta alegre y molestándome.
—Bien ¿me dirás que te ocurre? — pregunto cuando aparcamos en la entrada de casa, ella me observa y luego pasa su vista por sobre mi hombre, dirijo mi mirada a donde se dirige la suya y veo a mi amigo.
—Tienes visita — se limita a decir y baja del coche adentrándose a la casa.
—Max
—Quería cerciorarme de que estuvieras bien — comenta sonriente — ¿Con quién te fuiste? — suspiro negando y no puedo evitar que una sonrisa se forme en mi rostro.
—No tengo idea de cómo se llamaba, pero es la bartender del club.
—Mierda amigo, no perdiste el tiempo, la he visto, creo que es nueva, porque jamás la había visto antes en el club.
—No lo sé y tampoco me interesa, llegue a la conclusión de que tienes razón, tengo que disfrutar más de lo que antes no disfrute.
—Ese es mi amigo — festeja golpeándome la espalda.
—Vamos a dentro ¿te quedas a almorzar?
—Si cocina tu madre, por supuesto.
Entramos a la casa y están todos en la sala, mi madre habla emocionada viendo el par de zapatitos de bebé que tiene en la mano, sus ojos lagrimean mientras mi padre le soba la espalda. Ver esa imagen me provoca tantas cosas, ya no sé qué sentir, jure dejar de sentir esto que me está matando por dentro y aumenta cada vez que veo a Tamar siendo besada por Santiago, pero me es imposible, son muchos años de sentir como para que dé un día para otro dejen de existir.
—Hola familia — saluda Max adentrándose como quien quisiera en la sala — ¿y eso?
—Los zapatitos de mi primer nieto ¡voy a ser abuela! — comenta emocionada, los ojos de Max van de mi a Tamar y Santiago y vuelven nuevamente a mí.
—Vaya… pues… ¡Enhorabuena! — comenta entre alegre y apenado, por otro lado, mi hermana blanquea los ojos y cambia de tema.
Amo a Raquel, pero muchas veces puede ser demasiado terca y desde que se enteró que Tamar me dejo para salir con Santiago, la puso en su lista negra y es que, a veces puede ser demasiado sincera y cruel cuando abre la boca.
—¿Podemos ir a comer? Muero de hambre — dice mi hermana, se levanta y se va a la cocina, todos se quedan en un silencio tenso y decido que lo mejor es ir a hablar con ella.
—Piojo…
—Ni se te ocurra — me detiene sin dejarme decir ni pio.
—Piojo…
—¡No! ¡Dejen de actuar como si no ha pasado nada, como si todo estuviera bien con esa tipa! ¡la odio! — se altera y sus lágrimas comienzan a brotar de sus ojos. — odio ver como sonríes ante todos cuando por dentro estas muriendo. ¡DEJA DE PENSAR EN LOS DEMAS, MALDITA SEA! Piensa de una puta vez en ti.
—Solo, no quiero volver a ver a Santiago en ese pozo sin fondo donde estuvo metido, casi lo perdimos.
—¿Y para no verlo sumergido en la depresión estas dispuesto a meterte tú?
—No es así, yo estoy bien, de verdad.
—Claro, por eso mismo has rechazado más de cinco propuestas de trabajo en estos últimos seis meses y no sales con nadie ¿me crees idiota? ¿Crees que no te vi llorar a altas horas de la madrugada? ¿Qué no te he visto salir de bares apenas pudiendo mantenerte en pie? No quiero ver cómo te destruyes por una mujer que no lo vale, porque esa es la verdad hermano, ella no lo vale. — sus palabras me dejan helado. No pensé que fuese a sufrir como yo, incluso más.
—¿Qué ocurre? — mi madre ingresa a la cocina y Raquel se apresura en limpiar sus mejillas.
—Nada, iré a dormir, me duele la cabeza. — sin decir más, sale de la cocina esquivando a mi madre.
[…]
La semana ha pasado y no he podido quitarme las palabras de Raquel de mi cabeza ¿Cómo es posible que no me haya dado cuenta antes de que todo esto también le afectaba a ella? Mi hermanita pequeña, por la cual daría mi vida sin pensarlo. Desde sus palabras, me he encargado de mejorar por ella, porque al igual que mis padres, no merece ver a su otro hermano hundiéndose en la miseria. No por una mujer.
Llego a casa con Max entre risas luego de una entrevista de trabajo, entro a la sala y encaro a Raquel
—¿Es enserio? — pregunto fingiendo seriedad ganándome la mirada de todos.
—¿El que?
—¿De dónde conoces al doctor Guzmán? — pronto la cara de mi hermana cambia a una de vergüenza
—Oh vaya, es el padre de un amigo.
—¿Amigo? — pregunta Santiago en tono juguetón, me contengo de rodar los ojos y sigo observando a mi hermanita.
—Si, un amigo — le responde seria y vuelve su atención a mi — Hace unos días fui a casa de Christopher a terminar un trabajo y pensando en que podría encontrarme con su padre, me robe uno de tus tantos currículos que tienes en tu habitación. Cuando pensé que no lo vería ya que era hora de regresar a casa, él iba llegando, así que aproveche y se lo di.
—¿Acaso tienes idea de lo que has hecho?
—Hijo, no creo que haya sido para tanto — interviene mi madre — tu hermana solo quería ayudarte.
—Yo… lo siento… de verdad no sabía que iba a afectarte en algo eso.
—¿Afectarme? Pues fíjate que sí, ahora no tendré tiempo libre para holgazanear.
—Yo solo buscab… espera ¿Qué?
—Resulta que la muchachita loca que prácticamente lo acoso en su propia casa ha hablado maravillas de su hermano y le consiguió una vacante. — cambio mi cara de seriedad y muestro una sonrisa, pronto Raquel me observa y sus ojos se cristalizan, se para de un salto y se tira a mis brazos.
—¡Lo sabía! ¡Sabía que lo conseguirías! — dice con su cara escondida en mi pecho.
—Gracias — le susurro y la separo de mi para mirarla a los ojos — gracias por hacerme entrar en razón, aunque me pidió que te diga que si te vuelves a acercar, pondrá una orden de restricción — ella me golpea para luego dedicarnos una sonrisa; pronto pongo toda mi atención en el resto de la familia — ¿Quién quiere ir a cenar para festejar que tengo trabajo en uno de los laboratorios más importantes del país? — pronto, todos están festejando y felicitándome.
Llegamos a un restaurante y pronto nos preparan una mesa para siete, mis padres, mis hermanos, Tamar, Max y por supuesto yo.
El restaurante era tranquilo con aire bohemio, era la primera vez que entraba a ese lugar. La mujer que nos guio hasta la mesa nos entrega el menú, pronto se me hizo agua a la boca con todas las delicias que detallaba este.
—Enseguida vendrá la camarera a tomar sus pedidos — dice amablemente la mujer para luego retirarse.
—Mmm, muero por unos langostinos — dice mi madre, secundada por Tamar. Todos comienzan a debatir sus platillos mientras a mí me quita toda la atención una joven que se acerca distraída a nuestra mesa, parece buscar algo en la bolsa de su mandil hasta que llega a nuestra mesa.
—Buenas noches, Soy Renata y seré su mesera esta noche ¿puedo tomar sus pedidos? — pregunta con una sonrisa mirando a mis padres, hasta que su mirada cae en mí y su sonrisa se borra disimuladamente.
—Buenas noches, señorita — habla mi madre — yo tomare…
Todos comienzan a dictarle sus pedidos a la que ahora sé, se llama Renata. La observo por unos segundos, ya que la noche en la que nos conocimos, debido a la oscuridad, al deseo y al alto grado de alcohol en mis venas, no fui consciente de la belleza de mujer que me llevé a la cama. Dejo de verla cuando me percato de que no me presta ni un ápice de atención «¿será que no me reconoció? ¿habrá estado demasiado borracha para no recordarlo? No, eso es imposible, ella no había tomado ¿o sí?» Me sorprendo cuando mi hermana me golpea para llamar mi atención, resulta que me quede tan absorto en mis pensamientos que no me di cuenta de que la chica se quedó esperando a que le diga mi pedido
—Están esperando tu pedido — me dice Raquel
—Si, lo siento, yo quiero un filete de pollo con ensalada mixta, por favor. — la miro a los ojos para cerciorarme si me reconoce, y si es así, no lo demuestra en absoluto.
—Perfecto, en quince minutos más tardar traeré su pedido, con permiso. — se aleja y el idiota que tengo por mejor amigo decide abrir su bocota.
—¿Esa es la chica? — rezo porque solo yo lo escuchara, pero mi madre me confirma que la suerte no está de mi lado.
—¿Qué chica? ¿la que me hablaste? — pregunta emocionada mi madre y lanzo dagas con mis ojos a Max.
—Eh…
—No mamá ¿Cómo crees? — habla Santiago — ni siquiera volteo a verlo — se burla provocando la risa en todos, menos en Raquel, que a pesar de que he intentado de que deje de estar molesta con él, no lo he logrado. Su comentario me molesto un poco, por lo que, sin pensarlo, abrí mi boca para escupir una mentira más de mi ahora, larga lista.
—De hecho, si, es ella mamá, pero está trabajando y no le permiten interactuar de forma personal con los clientes — «maldito idiota y mentiroso» todos se observan sorprendidos y la felicidad vuelve a estallar en la mesa, con la diferencia que una reacción llama mi atención, Tamar se ve incomoda, es la única que no ha dicho ni una sola palabra y varias veces al escuchar a mi hermana o mi madre decir lo bella que es, blanqueó los ojos «¿Qué se supone que significa eso?» evito pensar en eso, ya que puede ser que solo sea que mi cabeza me esté jugando una mala pasada.
—Espero que pronto la invites a casa, parece una dulzura de mujer, ya quiero conocerla — comenta alegre mi madre antes de que Renata apareciera junto a un chico, con nuestros platillos. No puedo evitar mirarla sabiendo que me metí en un gran problema por mi estúpida mentira.
La velada transcurre sin problema, la comida esta deliciosa y me arrepentí de pedir algo tan simple, viendo los platillos de los demás. Estamos de sobremesa cuando me disculpo para ir al baño, llegando al pasillo, me encuentro con la chica siendo prácticamente comida por el tipo que la ayudo a llevar la comida a nuestra mesa «Por eso me ignoro olímpicamente, tiene novio», paso por su lado sorprendiéndolos y ambos se separan, escucho que ella le dice algo, pero no le presto demasiada atención, solo espero que mi familia no la vea o mi teatrito caerá más rápido de lo que canta un gallo.
Hago mis necesidades y lavo mis manos, me observo al espejo y me doy cuenta de lo patético que termino siendo al mentirle a mi familia ¿Por qué no podía simplemente decirles que, aunque es difícil, olvidare cualquier tipo de sentimiento que alguna vez tuve por Tamar, pero que para eso no necesitaba a nadie? Salgo del baño y me encuentro con Renata parada fuera de este.
—Hola — saluda como si nada.
—Hola — respondo y sigo mi camino — no te entretengo, no quiero que tengas problemas con tu novio.
—¿Novio? — se queda pensando — oh, no, él no es mi novio, solo es un… compañero de trabajo — comenta y hace que me detenga
—Oye ¿puedo pedirte un favor? Te pagare bien.
—Eres un idiota si crees que te la chupare por dinero.
—¿Lo harías gratis? — suelto confundido y me arrepiento cuando siento su mano en mi mejilla.
—Imbécil. — suelta dispuesta a irse.
—No, espera, no quise decir eso, no sé porque lo hice.
—Seguro.
—No, enserio. Jamás se me cruzaría por la cabeza siquiera pagarle a alguien para que me haga una felación.
—¿Entonces que quieres?
—Bueno… sonara estúpido, pero ¿Qué probabilidades hay de que finjas conocerme cuando mi familia y yo nos estemos yendo? — me mira desconcertada y decido explicarle un poco más. — veras, mi madre cree que estoy depresivo por una relación, la cual termine hace tiempo, yo le mentí con respecto a eso y cree que ahora estoy en una relación con alguien y…
—¿Le dijiste que era yo?
—Emm… ¿puede ser?
—Estas completamente loco. — se va y mi poca esperanza se fue con ella.
Llego a la mesa y veo a todos preparándose para salir, me apresuro a tomar mi abrigo y cuando salgo por la puerta del brazo de mi hermanita, escucho que me llaman, me paro y volteo a ver quién es, me sorprendo cuando mis labios son presionados con los de alguien… con los de Renata.
—Lamento conocerlos en estas circunstancias, pero la política del restaurante me prohíbe interactuar de forma personal con los clientes. — se dirige a mi familia con una hermosa sonrisa — nos vemos mañana osito — me sonríe y vuelve adentro dejándome completamente anonadado. El cotorreo de mi familia no se hizo esperar.