044.

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Ava. La isla privada, la cual pensamos que era rentada para la ocasión y en realidad forma parte de la lista de propiedades a su nombre, se deja ver frente a nosotros. Antes de bajar tuvieron que llamar a los Paulson para asegurarse de que sí fuésemos sus invitados dado que solo se accede con invitación de un residente. La exclusividad del ambiente me deja perpleja. Por unos momentos pensé que tendríamos que regresarnos por donde vinimos, pero por suerte nos permiten el paso. Un carrito de golf nos está esperando en el puerto junto a un botones quien se encarga de subir las maletas mientras espera a que nos bebamos las dos copas con champaña que nos trajo como obsequio de bienvenida. Por mi parte la recibo gustosa, pero Adam se la pasa de un solo tirón y es que desde que nos vimos co

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