¿Qué tienes que decirme?

1336 Words
Tengo a Kagome en mis brazos desangrándose. Estoy totalmente perdido, la miro y siento que muero con ella. Sin pensarlo más corro con ella hacia la aldea de la anciana Kaede. Todos me miran extraño y yo solo quiero llegar a la estúpida cabaña, al parecer hoy está mas lejos que de costumbre, cuando entro todos mis amigos posan sus vistas en mi, Sango es la primera en reaccionar. —¡Kagome!—viene hacia mi y sus ojos se llenan de lágrimas. —Miroku busca a la anciana Kaede—él asiente y se marcha en su búsqueda. —¿Qué le ocurrió inuyasha?—pregunta dolida. —Trató de salvar a Sesshomaru y a mi—acomodo a Kagome y paso mis manos por mi cara. —¿A Sesshomaru?—se sorprende bastante. —Larga historia y yo no tengo fuerzas para contarla—Kaede entra y trae consigo hierbas medicinales. —Necesito que salgan todos—hacemos caso y salimos, veo que Kkkyo está muy pensativa. —La buscaste—mi vista cae en ella. —No—respondo—ella me necesitaba. —Pero la buscaste—veo rencor en su mirada. —Siempre acudiré a ella, entiendelo, amo a Kagome, es la persona que esperé, creo que ya te lo dije—hablo cortante, me duele hacer esto, pero ella ya dijo la última palabra. —Inuyasha—la voz de Sango me hace mirarla. Sus vivos ojos marrones están totalmente apagados. —Sango—al escuchar mi voz se lanza en mis brazos. —No quiero perderla—solloza—ella fue la primera persona que después de la muerte de mi familia y de los aldeanos de la aldea de los exterminadores, que confió en mi, que me dio su amistad—lágrimas caen por el rostro de Sango y me duele que este en este estado—Kagome no puede morir, ella es luz, y si la luz se apaga quedaremos en oscuridad—cada palabra que sale de sus labios es una daga a mi pecho. —Ella saldrá de esto—susurro en su oído, hago que me mire—Kagome es bastante fuerte como para dejarse caer, ella todavía tiene muchísimas cosas por lo cual no se dejará caer—le digo, aunque las palabras que salen de mis labios son para que yo mismo crea en ellas—ella luchará para recuperar la memoria, para recordarlos, para patearle el trasero a el maldito infeliz de Naraku—una suave risa brota de su garganta—le hace falta escucharme decir todas las cosas que quiero hablar con ella, tiene que reprender al tonto de Miroku por estar de libidinoso, tiene que cuidar de Shippo ya que ella es su madre—siento mis ojos cristalizarse—tiene que visitar a su madre y a Sota, tiene que... Mis palabras quedan justo ahí, hay demasiado dolor como para seguir hablando, me encantaría ser yo quien este ahora con una herida en mi estómago y no ella, además gracias a que soy un hanyou mis heridas se curan mas rápido. Ella es una simple humana, aunque tenga un grandioso poder espiritual, aunque sea la reencarnación de una sacerdotisa, Kagome sigue siendo humana. —¡AH!—un grito me saca de mis pensamientos. —Kagome—susurro. No importa que la anciana Kqede me haya dicho que no entre, que me haya echado hace un rato. Entro y lo primero que veo es a Kagome acostada, su piel clara está más pálida de lo normal y eso solo consigue que me altere más, sus hermosos ojos chocolates están cerrados, su ceño fruncido y una mueca de dolor que alarma mi sistema. Veo que le quitaron la parte superior de su ropa, dejándome ver esa tela que cubre sus pechos. Tiene muchas hierbas medicinales en el estómago. —Fui muy clara al decir que no quería a nadie aquí Inuyasha—Kaede me reprende y yo solo suerto un bufido. —Yo no sigo las reglas, creo que ya deberías de saberlo—ella me da una mala mirada para concentrarse en Kagome. —Ya no hay nada más que pueda hacer—la anciana Kaede se levanta—hice lo posible, solo queda ver su avance para la recuperación. —Pero, ¿ella estará bien?—pregunto preocupado. —No lo sé—suspira cansada—todo depende del avance de ella, está tan débil que su poder espiritual no le servirá—asiento un poco ido y la anciana Kaede sale de la cabaña dejándome solo con Kagome. —Pequeña—avanzo hasta ella, le siento a su lado y tomo su mano para guardarla en la mia—Kagome—susurro, mis manos toman vida propia y comienzan acariciar su rostro, es tan suave. —Inu...yasha—un gemido de dolor sale de sus labios, mis ojos caen en esos hermosos ojos chocolates que me tienen loco. Narra Kagome Las voces las escucho muy lejanas, creo que estoy muriendo, pero no quiero, quiero quedarme. No quiero apartarme de Inuyasha. —Kagome—trato de ver en la oscuridad, pero lamentablemente todo está muy oscuro. —¿Quién está hay?—pregunto abrazándome, como un escudo para protegerme. —Soy yo... Midoriko—y entonces todo tiene color, mis ojos se ciegan por un momento, cuando logro acostumbrarme a la luz, la veo. Está sentada en una roca, su armadura brilla por los rayos del sol, su cabello está flotando por el aire, su mirada cae en mi—¿cómo estás kagome?—sonríe y la verdad es que es una mujer muy hermosa. —Tratando de no morir—respondo encogiéndome de hombros y caminado hacia ella. —No sabía que tenias tanto sentido del humor—una enorme sonrisa aparece en sus labios. —Pero es la verdad—me siento en una roca frente a ella. —Vine porque quiero ayudarte—me avisa tomando me por sus sorpresa. —¿En qué? —Te devolveré tus sentimientos—yo la miro sorprendida. —¿De verdad?—aún no me lo creo. —Si. —Tengo miedo—confieso. —¿De que? —De que de verdad ame a Naraku o que de verdad ame a Inuyasha y me haya traicionado... Tengo mucho miedo—ella toma mis manos. —No los tengas—alienta—verás que cuando tus sentimientos vuelvan recuperar tu memoria será más fácil—siento mis ojos cristalizarse. —¿Por qué me ayudas? —Porque eres Kagome Higurashi, guardiana de la perla de shikon no tama y una persona maravillosa. —Hazlo. Entonces siento como todas las emociones y sentimientos vuelven a mi cuerpo. —Recuerda que debes ganar la batalla final—y con eso desaparece. —Pequeña—es la voz de Inuyasha, no se porqué me pongo nerviosa, siento como se acerca y toma mi mano—Kagome—susurra y sus manos van a mi rostro dando suaves y esquisitas caricias. —Inu...yasha—mi voz sale como un gemido de dolor. Abro mis ojos y lo veo, si cara preocupada hace que mi pecho se sienta pesado. —Tranquila pequeña—mi corazón da un vuelco al escucharlo llamarme así. —Be...sa...me—él me mira sorprendido pero lo hace, siento sus labios en los mios, kami, es la sensación más placentera que he probado. —Inuyasha—la voz de alguien nos hace apartarnos. —¿Qué sucede Kikyo?—pregunta Inuyasha y no pasa por alto el tono irritado. —Sesshomaru quiere hablar contigo. —Voy enseguida—ella me lanza una mirada endemoniada y se va—voy a ver que quiere. —No hace falta, ya estoy aquí—el gran lord del oeste entra a la cabaña como Juan por su casa. —¿Qué tienes que decirme? —Que ya se todos los planes de Naraku.

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