—¡Dios mío, qué calor! —dijo—. Hace un calor espantoso. ¡Bonito día para ser ahorcado! Quiero decir, debe de ser la mar de raro que te maten en un día así. Preferiría una mañana fría y con escarcha, ¿no le parece? —cantando—: «Una mañana fría, de escarcha vinimos junto a la zarza» —hablando—: palabra de honor que hacía diez años que no me acordaba de esto; solía cantarlo en la escuela, en Hackney, se llamaba Hackney Wick —cantando—: «cómo trabaja, cómo trabaja, cómo trabaja el obrero». —Menudas tonterías. ¿Qué le preocupa? ¿Le gusta más lo del té o preferirá los placeres del golf? —¡Cállese! —dijo el capitán. —No, si no quiero saberlo —dijo Huish—. Es por razones de índole práctica, amigo; pueden matarnos antes de diez minutos, uno boca arriba y otro boca abajo. Menuda suerte si al otro