—He perdido el cigarro —dijo Huish, acercándose con torpeza. El capitán dejó salir una amarga blasfemia. —Venga aquí ahora mismo —dijo. —De acuerdo. Dormir aquí con Attwater. Subir a bordo mañana —contestó con buen humor. —¡Por el amor de Dios, si no viene aquí ahora mismo, le dispararé! —exclamó el capitán. No se puede saber si el sentido de estas palabras llegó a abrirse paso hasta la mente de Huish, pero, en un intento de coger el cigarro, se tambaleó y avanzó con paso irregular; así pudo llegar hasta Davis. —¡Ahora camine en línea recta —dijo el capitán agarrándolo—, o sabrá lo que es bueno! —He perdido el cigarro —respondió Huish. La furia contenida del capitán estalló. Cogió a Huish, lo agarró por el cuello del abrigo, lo llevó corriendo hasta el muelle, lo empujó bruscamente