Entre tú y yo❤️

3350 Words
Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estoqueado en la mitad del patio. -Julio Cortázar Mi nombre es Monica Rodríguez, soy hija única, lamentablemente, ya que siempre había deseado tener hermanos con los cuales jugar, pero el inepto de mi padre nunca quiso tener más hijos, como me decía: —No tendré más hijos, podrían salir igual de estúpidos que tú, así que prefiero matarme antes de tener otro. Y desde ese momento no quiero saber de los hombres. Aunque mis amigas me dijeran que iba a quedar como la mujer de los siete gatos o que no iba a experimentar los placeres de tener sexo, me daba igual, mejor estar sola que mal acompañada. Me levanto temprano y veo que ya se me hace tarde para el trabajo. — ¡Mama! —grito desesperada. ¿Dónde rayos están mis zapatillas? Salgo corriendo al pasillo de mi casa —. ¡Mama! Oigo el familiar sonido de una cuchara de madera que golpea los bordes de la cerámica, mama aparece al final del pasillo. Me mira con expresión de cansancio. Es un mohín al que me he acostumbrado últimamente. — ¡Espíritu divino, por san ninian! ¿Has visto mis zapatillas negras? —pregunto a toda velocidad — Están en tu closet, debes ser más organizada con tus cosas jovencita. Ya no eres una niña, monica —Entrecierra los ojos y ella y la masa para pasteles vuelven entrarse en el taller. Cruzo el pasillo y voy a mi habitación de nuevo y encuentro mis zapatillas debajo de mi cama, estaba tan emocionada de que iba a trabajar, que se me han olvidado, que las he puesto aquí, siempre se me olvida. —Otra vez jugando al escondite —Murmuro para mí misma. Me paseo por mi habitación y me pongo delante del espejo, me vestí con una blusa negra negra, unos pantalones negros finos, los que más rápido encontré y las zapatillas negras que casi siempre uso. —¡Monica! anda camina que ya es tarde y tienes trabajo. Recojo el teléfono de la robusta mesa de madera y meto el dedo en la masa para pasteles de mama. —Mamá, deja de gritarme ¿si? — ¡Fuera de aquí! —Me da un golpe en la mano con la cuchara de madera—. Además, te grito cuándo quiera —me dice mientras se inclina para alisar la masa. Mantiene la lengua apoyada en labio inferior, un acto de concentración. —Tengo un trabajo mamá , te lo recuerdo, además no sé qué hago aquí hablando contigo, porque debería estar dándole la agenda de hoy a mi jefe Mark, antes de que me despida y ni siquiera he comenzado a trabajar bien, ya que solo llevo dos semanas. —Entonces vete, para que no pierdas el trabajo, mucho esfuerzo te costó para que vengas a perderlo. —dice detrás de mí. —Sí, eso hago mama, Adiós —Digo esto mientras me aplico un poco de brillo labial. —No lo olvides, tienes que ser educada y respetuosa, te quiero nena —dice esto mientras corro. A pesar de que estoy llegando tarde, ya que no encontré un estúpido taxi, corro lo más rápido posible para no empaparme con la lluvia que amenaza con llegar, el cielo está gris y tiene muchas nubes. Pero como siempre tengo una mala suerte encima que no me deja ser xd y comienza a llover, pero peor aún la lluvia está superfuerte y me empapa todo el cuerpo rápidamente, me paro enfrente de la carretera viendo que no hay autos aun transitando y me veo la ropa, a esto se llama superempapada, pero no me doy cuenta de que se ha parado un auto porque estoy en el frente. Este comienza a pitar como loco, pero yo no me muevo, es como si mi cabeza tuviera vida propia y no le manda señales a mi sistema nervioso, en eso transcurre unos segundos y deja de llover, el conductor se baja del auto. El chico parece un chico de esos de las revistas de millonarios, tiene un traje de tres piezas azul oscuro, es alto como un metro noventa o algo así, tiene una nariz fina, sus ojos marrones claros, una mandíbula muy definida y es blancamente pálido. Me quedo mirándolo por mucho tiempo y puede que parezca una acosadora o algo así porque estoy babeando en plena calle por un chico que ni conozco, «Dios ya no me reconozco». — Buenos días, señorita, gracias por la inspección que ha hecho. —Noto el sarcasmo en lo que acaba de decir.—. Podría quitarse del medio, en estos minutos que estoy aquí, he perdido al menos 140 millones y veo que usted no me los va a regresar, así que hágame el favor. —Camina hacia su auto y entra en él. Me molesta lo que acaba de decir o mejor dicho como me acaba de hablar, así que me encamino hacia la puerta del auto y le suelto una de mis frescas. —Buenos días, eran señor y usted los acaba de dañar —Me mira con la cara desencajada, talvez no este acostumbrado a que le hablen de esta forma—. Concerniente a lo de que me he quedado maravillándolo a usted, no, no es así, ni que fuera Chris Evans, además tengo problemas de la vista y estoy utilizando lentes de contacto y se me han empañado, algo que a usted no le importa, pero que le cuento para bajarlo de esa nube, que pase buenas, idiota. Joder, pero ¿Qué hice?, algunas veces se me salen mis frescas y luego me siento mal por ofender a las personas, pero cuando a mí me ofenden no se disculpan, así que yo no lo haré. Me volteo para ver si me sigue o algo así y me encuentro con la calle vacía, no sé por qué me siento mal, así que trataré de alejar esos pensamientos estúpidos y en lo que pienso todas esas estupideces, llego a mi trabajo. Llegue a las 10.13 A.M., «Dios me va a matar mi jefe». Comienzo a correr difícilmente porque tengo la ropa empapada por la lluvia. Empujo a las personas delante de mí para llegar a mi escritorio, pero entrando escucho en altavoz que hay en una de las esquinas SEÑORITA RODRÍGUEZ, A MI OFICINA DE INMEDIATO ni siquiera entro a mi oficina, voy directica para el despacho de mi jefe, toco la puerta y espero a que me diga que puedo entrar. —Adelante. Entro y veo que atiende una llamada, al parecer con un ruso o alemán, ya que no entiendo nada. Termina la llamada y con frialdad me dice: —¿Que le pasó? —La lluvia jefe empapó toda mi ropa, lo siento. El hace un gesto con la mano de que no le importa. —Desde que usted llegó supe que iba a dar problemas señorita Rodríguez, pero mi humilde corazón — dice haciendo comillas con sus dedos—. Me hicieron contratarla, dígame una razón para no despedirla ahora mismo. —Señor, disculpe, comenzó a llover y no encontré un taxi para llegar temprano, le prometo que no volverá a suceder y disculpe de nuevo. Créame lo que digo. —Bien, la próxima le bajo el sueldo para que aprenda a ser responsable —dijo de pronto a la vez que se paraba de su silla y se dirigía a la ventana—. Me voy por 6 meses, tengo problemas con mi enfermedad del corazón, así que mi único hijo vendrá y usted será su secretaria en el tiempo que esté aquí, espero y se comporte porque a diferencia mía, el sí no va a aceptar que llegue tarde, ni que ande con sus tardanzas como lo hago yo. —No se preocupe, jefe, le dije que no volverá a ocurrir, si no me necesita me voy a mi escritorio a terminar de redactar las cartas que me encargo—. Le digo dirigiéndome a la puerta y a la vez esperando la respuesta. —Si puede irse —Dice sentándose en su silla e ignorándome al mismo tiempo. Salgo de la oficina de mi jefe con los aires por el suelo, quisiera ser más rápida para que no me llamara la atención cada vez que hago algo estúpidamente mal «Dios soy un desastre». Me dispongo a hacer mi trabajo y termino de redactar las cartas, organizo mi escritorio y salgo de mi oficina para ir a la de mi jefe, pero como siempre tengo que hacer una de mis estupideces, choco con un señor justo cuando salgo de mi oficina y este señor tenía un café el cual ya está en el piso y regado en su traje de tres piezas azul oscuro. Dios no me había dado cuenta, es el gilipollas que me encontré en la calle esta mañana, mi vida no puede ser peor y ¿si va a donde mi jefe y le dice que soy una maleducada por lo que le dije esta mañana? Ay Dios, mejor ni lo pienso o me termino cagando aquí mismo. —Dios, que es lo que estoy pagando con las personas corrientes —me señala con su dedo—. Tú, de nuevo, dime ¿Cómo trabajas aquí insolente?, porque no creo que mi padre sea tan estúpido para contratar a una persona tan insípida como tú. —Disculpe, no lo vi venir y si trabajo aquí y si su padre me contrato y pues que pena, si no me quiere despídame, pero se me escapa algo verdad —ladeo la cabeza y pongo mi sonrisa macarra y de malona—. Pero usted no es mi jefe, en todo caso es el hijo del jefe. —Sí, no soy tu jefe todavía, pero a partir de mañana lo seré y veremos quien se ríe, haré que quieras que te despida insolente y mañana no te quiero con esa estúpida ropa de niña, salida de una correccional, esta empresa es de gente de alta estima y con dinero, aunque no tengas, da a demostrar que sí, ¿quieres?. —Me dice mirándome de arriba abajo como si le diera asco mi vestimenta «Maldito idiota con mi forma de vestir no se va a meter» —. Anda sal de mi vista, no quiero que se me pegue lo corriente. Me quedo ahí parada como en shock, ese m*****o imbécil me acaba de llamar «corriente», pero me las va a pagar, planearé mi venganza con la cabeza fría, es que me parece prepotente y maleducado, no lo soporto. Me encamino hacia la oficina y lleno papeles, firmo papeles y así me paso la tarde entera, cuando reviso mi iPhone veo que son las 9:35 P.M. de la noche, ni siquiera me había dado cuenta de que pase mi horario de servicio hace 35 minutos, más estúpida no puedo ser. Salí de la oficina y me encaminé al ascensor y en ese instante entro «EL IMBÉCIL DEL HIJO DE MI JEFE». Me detuve sobresaltada en la puerta del ascensor por aquel idiota y lo miré atónita, no me había fijado bien, pero aquel hombre llamaba más la atención de lo que ya recordaba, aunque lo que recuerdo es que es un: c*****o, gilipollas, imbécil, mal hablado, insolente, prepotente y si comienzo la lista terminamos mañana de eso estoy segura. Realmente nunca había visto un pelo tan largo y sedoso en un hombre. Lo tenía brillante, Marrón oscuro y muy largo, las puntas le llegaban al cuello de la camisa, un corte muy sexy, que añadía un toque de ROMPÉ CORAZONES. Apreté mis manos para reprimir el impulso de querer tocarlo, para saber si era tan suave como se veía. Las puertas comenzaron a cerrarse. Inmediatamente, se movió un poco para poder presionar el botón del panel para mantenerlas abiertas, como si no quisiera que estuviera en el mismo ascensor que él. —Hay sitio para los dos señorita Rodríguez, pero digamos que no quiero sentirme incómodo con su presencia, podrías esperar al otro ascensor, ¿verdad? —me dice señalándome hacia fuera, en una expresión de que quiere que salga—. ¿Puede sí o no?, no tengo toda la tarde. —No, señor, no quiero, ni puedo salir del ascensor —eso por idiota que se pensaba, entro y pulso el primer piso para poder irme del lugar —. Tengo cosas que hacer y no veo porque le molestaría a usted mi presencia en el ascensor, ya que a mí no me importa, debería de a usted importarle menos, ¿cierto? —Cierto, concuerdo con usted, es la primera cosa prudente que ha dicho en este día la felicito —dice aplaudiendo y sonriéndome con esos dientes tan perfectos, pero su sonrisa es más falsa que mi creencia de que santa Claus existía xd —. Y ya que estás aquí, comienza a llamarme Señor Hoffmann, puesto que soy tu jefe. —Bien señor Hoffman. —Adónde va, señorita, puedo llevarla —me dice mientras comienzo a caminar o más bien a correr para separarme de él lo más rápido posible, pero como siempre, él es más rápido, me alcanza y me agarra del brazo para que le responda —. Le hice una pregunta, señorita y es de mala educación no responder. —Si es verdad que es de mala educación, no responder, pero yo respondo si quiero, concerniente a la pregunta, no, esperaré a un taxi, autobús o lo que sea que aparezca, pero con usted ni a la esquina de mi casa voy. —le digo soltándome de mala gana y mirándolo con furia y este solo me mira confundido, debe estar ofendido de que una mujer le diga que no o que decline su invitación —. Ahora déjeme en paz y váyase, no querrá llevar a una corriente como usted dijo, ¿no? —Vale, admito que me pase con lo que dije, nada más estaba enojado, déjame llevarte a tu casa, ya es muy tarde y dudo que encuentres un taxi a estas horas —Me dice tocándome la mejilla, pero me separo de inmediato, ya que ese roce me dio escalofríos—. No quiero que le vaya a pasar nada a usted, así que deje de ser tan terca y vámonos. Me dejo guiar por él hasta su Lamborghini azul oscuro, por el hecho de que no tengo otro remedio, si me quedo puede venir un psicópata, matarme y tirarme a un lago por ahí, tengo que dejar de ver películas de terror. Me subo en el coche y hay un silencio sepulcral, él solo maneja y a mí no me gusta estar callada, así que pregunto: — ¿Por qué te ofreciste a llevarme, si yo no te agrado eso es estúpido, no crees? —Suspiro, tragándome el orgullo, porque la verdad es estúpido, me quedo embobada mirándolo y de momento a otro me mira y veo un brillo en sus ojos—. ¿Me vas a contestar o no? — ¿No puedes estar callada un momento?, hablas más que un perico y me ofrecí a llevarte porque es tarde y dentro de mi seco corazón hay un poco de bondad. —sigue con la vista en volante y de vez en cuando me mira, ¿por qué me mirará tanto?—. ¿Dónde vives? —Solo dobla en la siguiente calle y ya está, de paso me disculpa su majestad porque no vivo en un pent-house como usted —Digo sarcástica y me giro para encararlo y se comienza a reír a carcajadas, ¿qué?, ¿Cómo?, se está burlando de mí, pues no señor, le suelto un guantazo en el brazo y él deja de reír, me mira y el rostro se lo contrae de nuevo por la risa y mucho peor que la de antes —. Oiga soplapollas, ¿usted porque se ríe?, que le ha hecho gracia. —Deberías de controlar esa boca si no quieres quedar despedida, ¡uno!, me reí por la estupidez que dijiste, ¡dos!, ¿Qué es soplapollas? —se me queda mirando pensativo y me sonríe y es la primera vez que lo veo sonreír normal, que no se ve que es falsa, tiene una sonrisa angelical, pero este no me va a engañar tan rápido, él viene desde el mismísimo infierno —. Te ves muy bonita, enojada, ese será mi pasatiempo favorito desde ahora, no mejor dicho, mi segundo pasa tiempo favorito y ¿en qué casa vives? —En esa de allá —Le señalo una casa verde con las columnas de afuera blanca —. Como verás aquí en calle bonita vivimos humildemente y cuéntame cuál es tu pasatiempo favorito, ¿ósea el primero? —No sé por qué cada vez que me haces una referencia de como vives o donde vives, tienes la intención de ofenderme, pero verás no lo haces ni lo harás porque a diferencia de ti, yo comencé a trabajar desde los nueve años, ya que no alcanzaba el dinero en mi casa, mantuve a mi mamá y la cuide y trabajaba al mismo tiempo, solo después que mi mamá murió, mi padre se dignó a buscarme, pero ni aun así, he dejado que me pague nada, para eso siempre he trabajado y me he mantenido. Dios me acaba de callar la boca sin manos, es que me paso de habladora siempre, no puedo imaginar lo difícil que ha de ser la vida sin un padre, yo tuve uno, pero ese ni siquiera el nombre debería llevar, así que le pido disculpas. —Lo siento, me dejé llevar por el impulso, no quise ofenderte. —Ni que importe mucho, olvídalo y para responder tu pregunta — me lo dice con un tono tan sexy y viril, que creo que he mojado las bragas, me mira y veo perversión en sus ojos, hay DIOS, en que me he metido —. Tener sexo obvio no, que piensas que soy virgen o que o pensaras que vengo del olimpo o algo así. —Ahahahah, ni lo sueñes, no te asemejas a los dioses griegos, eres como un piojo entre ellos —lo miro y comienza a reírse, es que odio que se ría de mí, pero también amo ver sus hermosos dientes, me señala con su dedo —. ¿Qué? —Dios me das risa, ¿sabes?, opino que no he conocido a nadie más estúpido que tú, me encantaría seguir hablando contigo, pero tengo que irme —Se baja del auto y se encamina hacia mi puerta, la abre y me da la mano para que me baje del auto —. Pero nos vemos mañana y así me cuentas como te fue en tu noche virginal. — ¿Por qué crees que soy virgen idiota?, obvio no lo soy —Le digo esto encaminándome hacia la puerta de mi casa —. Eres un gilipollas, te lo digo y te lo repito. —Si bla, bla, bla, bla, bla, eso siempre me lo dicen, estoy acostumbrado y pues si no eres virgen, entonces pues hace un siglo que nadie te toca porque ese mal humor y esa forma de vestir deja mucho que ver —me señala mi atuendo y comienza caminar hacia su puerta —. Ya vete a dormir, no quiero que me vengas con excusas mañana de que se te pego la sabana. —Idiota —Ñoña, anda, vete a dormir. Y se va, me deja el muy imbécil afuera de mi casa sin esperar a que entre para ver si ya estoy bien, en lo que pienso sale mama de casa y comienza a atosigarme con preguntas. Ese me las paga, por todas las estupideces que me dijo. Hola chicas , recuerde de votar y comentar, eso me ayuda mucho para saber si les gusta❤️❤️
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