Sin embargo lo peor estaba por venir, y precisamente de la sede consular turinesa de Haití: desde ella, el día después de la llegada de la póliza, una mujer me telefoneó diciéndome que la tía Fele había muerto y, ¡qué absurdo!, esa voz precisó que había fallecido el día de Reyes en la capital, Puerto Príncipe, donde residía. ¿Cómo era posible que me hibera encontrado con ella en Italia el día siguiente? No, que lo comprobaran, seguramente era un error. La voz femenina desconocida replicó con tranquilidad que, en cuanto a la fecha del fallecimiento podía haber un error de mecanografía en el mensaje que habían recibido, pero no en el hecho de que mi pariente estuviera muerta. ¡Así que había que pagar la indemnización a la asociación beneficiaria de la póliza! Al no haber recibido la prima