Amari
Increíble, es que esto es increíble.
Mierda, se siente como que todos decidieron ponerse de acuerdo y joder con mi paciencia hoy al mismo tiempo.
Bien, no soy una insensata, entiendo que mis padres y Adrien se preocupen por mí, ya lo hacían cuando era una niña y estaba bajo su completa protección, que vivía en casa y ellos eran mis proveedores.
Ahora que ya no están sobre mí casi todo el día todos los días, está claro que se pusieran algo más sensibles con el tema ahora que ya no vivimos juntos y ya no pueden meterme en esa burbuja de la que tantas veces intenté salir.
Pero ellos también necesitan entender que, aun y cuando sé que tienen buenas intenciones y solo lo hacen porque me aman, yo necesito mi libertad, y su necesidad de sobreprotegerme de todo es lo que desde hace años me ha hecho querer huir.
Yo solo quiero ser libre, vivir tranquila, caerme y levantarme, reírme de mis tropiezos, curarme mis heridas, aprender de ellas y seguir adelante.
Quiero reír histéricamente con personas que no temen decir algo que pueda hacerme sentir mal o que puedan ofenderme, quiero tener un trabajo en la que me regañen si me equivoco, quiero alejarme de preguntas sobre mi estado, disculpas innecesarias y todas esas compasiones.
¿Qué mierda le importa a ese hombre si necesito algo o no? No nos conocemos, solo ha habido un par de conversaciones y algunas pocas e inocentes insinuaciones ¿para qué él necesita saber si me hace falta algo o no?
Mis necesidades no son de su incumbencia, en tal caso, lo único de lo que podría preocuparse es de mis necesidades sexuales, es lo obvio después de mis claras insinuaciones.
Solo tiene que seguir el juego, permitirme divertirme con todo este coqueteo y seguir con su vida.
No preguntar si necesito algo o no.
Bufo cuando siento como alguien se acerca a mí y toma mi muñeca suavemente. Inmediatamente reconozco su toque y me molesta un poco el que ya sea tan familiar que soy capaz de asegurar de quien se trata.
–¿Qué? – no hago ni siquiera ademan de girarme hacia él, pero no hace falta porque soy capaz de darme cuenta cuando camina hasta quedar frente a mí.
–No trajiste a tu compañero hoy – aprieto los labios, pero al final decido darle una oportunidad y bajar al menos un poco mi barrera debido a su cambio de tema.
–Hoy estoy algo sensible y él es muy susceptible a mis estados de ánimo – no es primera vez que me levanto con el pie izquierdo, de hecho, mis días malos son tan frecuentes como los de cualquier otra persona que está pasando por una situación tan frustrante como el buscar empleo y no conseguir nada.
Y debo agregar que esos son muchos días malos algo frecuentes.
–¿No hay algún problema con que salgas sin él? – me toma una respiración profunda no mandarlo a la mierda por pensar que no puedo sobrevivir en la calle si no tengo a Rey para guiarme.
Rey es mi mejor amigo y mi compañero, no una herramienta que me dice a donde ir y con qué puedo tropezar. Yo sola con mi bastón puedo caminar sin caerme o sin que me lleve un auto por el medio.
Pero otra vez, me repito que este hombre no conoce nada de mí y quien sabe que tan ignorante será ante el estilo de vida que puede llevar alguien con discapacidad visual.
Además, le doy un punto por el hecho que parece genuinamente curioso y no se arrepiente por preguntarme algo que muchas otras personas hubiesen considerado que eso podría ofenderme.
–No, con el bastón puedo guiarme bastante bien – levanto mi herramienta para dar énfasis, y espero pacientemente que termine con sus preguntas y me suelte para poder seguir con mi camino.
Quiero ir a casa y comer el tarro de helado de galleta que dejé ayer en la tarde. Hoy me permitiré sumergirme un poquito en mi autocompasión por todas mis frustraciones y ya mañana me encargaré de volver a salir y hacer otra ronda de entregar papeles, esperando tener suerte esta vez.
–Ya veo ¿cómo cruzas las calles? – suelto otro suspiro. No entiendo de donde viene esta lluvia de preguntas.
–Escucho y presto atención, tengo buen oído.
–Al tener un sentido menos, los demás se intensifican – asiento y espero a que se sienta satisfecho con todas sus preguntas –¿Cómo haces para llegar a donde tienes que ir?
No suelta mi muñeca, por el contrario, baja la mano suavemente hasta tomar la mía y mantiene un agarre firme y delicado al mismo tiempo.
No entiendo porque es incapaz de dejarme ir, pero será mejor que pronto lo haga o me conocerá realmente enojada.
–Sé los caminos de memoria, cuando no, tengo GPS– y ahora, para volver a enfatizar en lo que hago, saco mi celular de mi bolsillo.
Siento como aprieta suavemente mi mano.
–Eres bastante independiente – asiento, como por enésima vez.
–Si nunca tuviste algo, a la larga realmente nunca la necesitas, porque aprendes a vivir sin ello – de pequeña no había ningún problema, porque como dije, al nunca haber sido capaz de ver, no era algo que me molestara, simplemente aprendí a vivir desde el inicio con esto.
Luego, durante mi niñez y al empezar a convivir con la sociedad, empecé a añorar eso de ver, me frustraba al punto de las lágrimas y era propensa a hacer berrinches que incluso hacían llorar a mi mamá, quien también tuvo una temporada de culpabilidad pensando que ella poseía alguna culpa porque yo nací así.
En fin, es una larga historia y una serie de etapas de tuve que vivir, algunas buenas, otras desagradables, pero gracias a todas soy una mujer tan independiente como cualquier otra mujer de veinticinco años que vive sola, no tiene hijos, soltera.
Ah, y tan independiente como ser una desempleada me permite ser.
–Claro, no tuviste que adaptarte, porque para comenzar, desde el inicio aprendiste – asiento, solo una vez y luego señalo hacia el agarre que mantiene en mí.
–¿Ya te respondí todo lo que necesitabas saber? – siento como aprieta ligeramente mi mano.
–No, todavía tengo un par de preguntas – aprieto los labios y me suelto de su agarre, cruzando mis brazos para evitar que vuelva a agarrarme.
–¿Qué más necesitas saber?
–¿Necesitas algo? – otra vez esa pregunta de mierda.
–Me voy – intento pasar por su lado, pero siento como choco suavemente con su pecho y luego sus manos tomar con delicadeza mis brazos.
Ni siquiera intento luchar por alejarme, pero es más que todo porque no planeo hacer una escena en la calle en donde parezca una histeria o una cría en berrinche.
Claro, eso también depende de si él podrá de su parte o seguirá con eso de si necesito o no algo.
–Disculpe, pero no es de su incumbencia si necesito algo o no, no nos conocemos.
–En realidad, lo hacemos – siento como su presencia se acerca más a mí, pero volteo mi rostro hacia donde presiento que está el suyo, sintiendo esa llama en mi interior aumentar en tamaño, amenazando con quemarlo todo.
–No, no lo hacemos, solo eres un extraño, no te importa si necesito algo o no.
–Lo hace si estoy interesado en ayudarte – oh mierda, estoy a una pequeña insinuación más de explotar.
Estoy tan enojada ahora mismo, tanto que ya ni siquiera estoy pensando en que quizás hay personas a nuestro alrededor o si podemos o no hacer una escena.
Yo simplemente estoy a poco de empujarlo lejos de mí y caminar lo más rápido que mi consciencia y estabilidad me lo permitan.
–No necesito tu caridad.
–Y yo no soy una jodida fundación – me sorprende cuando siento su toque bajo mi barbilla, tan delicado como una caricia, pero hago mi mejor esfuerzo por no mostrarme sorprendida, por otro lado, lo que hago es mover mi rostro lejos de su toque y dar un paso atrás.
–Entonces no veo por qué te entrometes en mi vida – insisto, ignorando todas esas sensaciones que su presencia me causa y enfocándome únicamente en el fuego ardiendo en la boca de mi estómago.
No tengo idea de si es debido a que ya tenía mal humor básicamente desde que desperté, pero hoy siento que el señor Carter está mostrando un lado de él que puede, sorprendentemente, irritarme más de lo que cualquier otra persona común.
–Porque tengo interés en ti – como si no le importara que acabo de alejarme de él, vuelve a acercarse a mí, permitiendo sentir su toque caliente nuevamente en mi barbilla, esta vez él incluso acaricia lentamente mi labio con uno de sus dedos.
Siento esa llama crecer en mi interior, también siento su mano cálida en mi rostro.
–No veo de donde sale ese interés del que habla, no debería existir – insisto, pero detesto saber cómo mi cuerpo parece flaquear ante él, su toque, y lo que me causa.
Se supone que estoy furiosa, no debería estar deseando que me acaricie un poco más, o que vuelva a pegar su cuerpo al mío. Joder, yo solo tendría que querer irme ahora mismo.
Ahora me siento algo curiosa sobre hasta dónde está dispuesto a llegar.
–Yo tampoco tengo idea de donde viene, si te soy franco – siento como acorta la distancia entre los dos –Pero no puedo evitar querer probar un poco de ti – habla bajo, lo suficiente para que apenas sea capaz de escucharlo.
Suelto un suspiro.
–Eso no tiene nada que ver con que te interesen mis necesidades o me quieras ayudar con ellas – murmuro, sintiéndome un poco vencida por esto.
Siento como se acerca un poco más a mí.
–Tampoco veo que tenga de malo interesarme más personalmente sobre ti – batallo para no sonreír.
¿Ahora va a decir algo cursi como que no me quiere solo probar en ese sentido, sino que quiere algo más? No esperé que el señor Carter fuera de ese tipo de hombres, hasta los momentos, lo asumí como alguien un poco más, rustico.
–No soy una prostituta, no me acostaré contigo por algo más que no sea placer – siento su respiración en mi mejilla.
–Nadie ha dicho que lo seas – suelto otro suspiro al sentir su nariz rozar con la mía. Me sujeto en sus brazos.
De alguna manera, lo logró, ya no quiero patear su culo y huir para no volver a verlo, pero definitivamente todavía siento ese fuego arder en mí, me atrevería a decir que incluso es más intenso.
–Lo insinuaste.
–No es cierto, me agradas, Amari – vuelve a tomar algo de distancia de mí –Eres una persona curiosa, quiero conocer más de ti, podríamos ser amigos – arqueo una ceja y no puedo evitar burlarme un poco.
Diría un chiste sobre nosotros siendo amigos con una tensión como la que nos rodea, pero antes de hablar, vuelve a aplastar suavemente mis labios con uno de sus dedos.
–Quiero ayudarte por eso, porque me agradas – mantiene mi barbilla inclinada un poco hacia arriba –Y es porque me atraes, que quiero probarte – y antes de decir algo al respecto, siento su boca contra la mía.
Es un beso apasionado que me hace poner de puntillas solo para alcanzarlo, me aferro a sus brazos para no caer, y exhalo, ahogada en placer.
No siento nervios, mi cosquilleo no es de otra emoción más que de excitación, y siento como, casi, literalmente, me derrito entre sus brazos.
Ya se me olvidó que era lo que me molestaba, ahora solo siento que he sido consumida por el fuego.