Thomas
–Reynols volvió a insistir en tener una reunión contigo, dice que tiene algunas inquietudes sobre las decisiones que estás tomando, mencionó que estás poniendo en riesgo la empresa – luego de pensarlo por unos minutos sobre cómo decirlo, el castaño suspira con pesadez y finalmente habla, mirando fijamente al hombre sentado al otro lado del escritorio mientras esté hojea rápidamente un par de documentos.
El pelinegro apenas le presta algo de atención antes de negar y quitarle importancia a sus palabras. Lo que menos le importa es la mierda que puede decir uno de esos viejos cabrones que solo se preocupan por chupar tanto dinero como les sea posible.
Unos bastardos avariciosos, es como los describiría Thomas si le preguntarán. Y tendría razón en cada una de sus palabras.
–No me reúno con inversionistas ni socios – menciona lo mismo que viene diciendo desde que contrató a Jared para que llevara la administración de su empresa.
Lo que menos le interesa a Thomas es tener que tratar con impertinentes que solo piensan en cómo aumentar sus riquezas. Él prefiere reunirse con los directores creativos y sus ingenieros, estar frente a la creación de todo producto que salga al mercado con su nombre en él.
Y al ver los planos en sus manos puede entender que no solo lo hace porque quiere, sino incluso porque a veces hay impertinentes que no saben una mierda.
Será mejor que el coordinador del departamento de diseño tenga una explicación para la mierda que está leyendo, porque él puede entenderlo perfectamente, pero duda que esos malditos imbéciles sepan que están haciendo.
–Lo sé, se lo he dicho todas las veces que ha insistido, pero él sigue pidiendo una conferencia contigo – cansado de la insistencia, el azabache le echa una ojeada al reloj, notando que ya va siendo hora.
Él se pone de pie, toma su saco y solo entonces voltea a ver a su administrador, y quizás la única persona en el edificio que lo considera como un amigo, o al menos como algo más que el cabrón que puede poner su culo en la calle por cualquier mínimo error.
–Dile que no – y sin más que agregar, el mayor se dirige a la puerta, pasando por el lado del estresado castaño que solo rueda los ojos antes de seguirlo de cerca.
Thomas no es un mal hombre, solo algo déspota, muy frío y bastante cabrón, pero en lo general, no es un mal hombre, se preocupa porque sus empleados, desde cualquier gerente hasta cualquier albañil, sean tratados con respeto, ve porque no se cometan injusticia en su jurisdicción, se preocupa porque nadie pase hambre y que tengan todos sus beneficios al día.
Pero, no le gustan que las cosas se hagan mal, le disgusta la incompetencia, es perfeccionista al nivel de ser insoportable y todo tiene que hacerse de la maldita manera en la que él lo desea.
Y si no se cumple nada de lo que ordena como lo ordena, lo mejor que puede hacer esa persona es huir, porque Thomas Carter no tendrá compasión por castigar a los hijos de puta que no hacen su trabajo como tienen que hacerlo.
No hace falta mencionar lo agresivo que podría resultar al momento de enfrentar a alguien que intenta joderlo directamente.
–Joder, Thomas, solo una pequeña reunión, mándalo a la mierda, nadie te refutará, solo tienes que escucharlo – insiste el castaño, dejando de lado la formalidad jefe-empleado.
Thomas no le toma importancia, solo porque se trata de Jared quien le habla, y él sabe muy bien que el castaño ha tenido mucha paciencia con él y sus exigencias, por no mencionar su errático comportamiento aquellos días en los que su humor es más mierda de lo habitual.
Incluso Thomas es consciente que hay días en los que se comporta como un auténtico hijo de puta.
–No, mándalo a la mierda.
–No puedo hacerlo, es un accionista, él dice que está en su derecho de tener una reunión contigo – el azabache se frena a medio camino y voltea hacia el castaño, que se sobresalta debido a lo repentino que fue el movimiento.
Por un segundo pensó que el mayor podría haberle dado un jodido puñetazo.
–No, y si sigue jodiendo, que me venda sus acciones, yo las compraré – y se adentra al ascensor, seguido de cerca de su administrador.
No es primera vez que Jared pasa por una situación como está, en la que prácticamente tiene que perseguir al señor Cárter, pero eso no hace que sea menos tedioso.
Maldición, otra vez llegará a su hogar con jaqueca, pero no puede desaprovechar la oportunidad de hablar con él, ya que raramente se pasea por la empresa.
Aunque últimamente va a diario, quizás sea una buena señal y signifique que Thomas se hará cargo de algunos de sus labores.
Eso le daría más tiempo a Jared para estar en familia e irse a unas cortas vacaciones, por lo que él piensa tomar cada segundo que pueda de Thomas.
–Te faltó firmar un par de papeles que mi secretaria no alcanzo a preparar ¿Puedes esperar un segundo?
–No, ya me voy, no tengo tiempo – eso quizás sea mentira, pero Thomas está harto de estar en la oficina y últimamente parece que ha frecuentado más ese lugar de lo que le gustaría.
–Si lo tienes – refuta, pero no sigue insistiendo aun cuando no recibe respuesta, lo que le da la razón.
Él sabe muy bien que lo mejor es no joder mucho con Thomas y aprovechar que parece tener más paciencia de lo normal.
Cualquier otro día ya hubiese sido mandado a la mierda y es muy probable que ya hubiese escuchado un par de amenazas sobre patear su culo lejos.
Thomas, por otro lado, ojea cada pocos segundos su reloj sin poder evitarlo, actitud que no le pasa desapercibida a Jared, pero no menciona nada al respecto, aun cuando tiene una ligera sospecha sobre el motivo por el que parece estar apurado.
Y lo confirma al momento de salir y ver a lo lejos a un hombre que identifica como uno de sus trabajadores al estar usando uno de sus uniformes de ingeniero, hablando con una atractiva castaña que va acompañada de un labrador n***o.
Lo inusual es que la mujer de llamativa sonrisa siempre parece tener la mirada perdida y el perro a su lado tiene un arnés identificándolo cómo perro guía.
Mientras Jared se encuentra analizando la escena, Thomas tiene la vista puesta en ese lugar incluso desde antes de cruzar las puertas de su edificio, curioso sobre que puede tener esa mujer que en los tres días que ha pasado, no puede evitar voltear a verla fijamente por al menos un par de minutos.
Es hermosa, claro, pero no es una belleza que destaque, ha conocido mujeres más hermosas, también tiene buen cuerpo, pero tal y como lo anterior, Thomas también se ha topado con mujeres más curvilíneas, también más esbeltas.
Entonces, si esa castaña no es nada fuera de lo especial ¿por qué él no puede dejar de detallarla?
Tiene una preciosa sonrisa, quizás podría ser eso, es una de las más hermosas que ha visto, pero Thomas no es así de cursi, él no va por la vida analizando sonrisa y ojos brillantes, él se fija en un buen par de senos, un culo carnoso de donde agarrarse y una cintura pequeña.
Aunque, si hablamos de ojos hermosos, al pelinegro tampoco se le ha pasado desapercibido el hecho que ella tiene la mirada perdida, mucho menos el perro enorme identificado como perro guía.
¿Él podría estar curioso sobre la condición de esa mujer? Sí, podría ser, él siente curiosidad por como esa mujer vive su día a día, y se pregunta si hay alguna manera de hacer todo más simple para ella y personas con problemas similares.
Seguro si se repite eso un par de veces más, Thomas pueda convencerse que es por eso que no puede dejar de verla y que es por ella que ha ido tres días seguidos a esa oficina de mierda.
–¿Carter? – pregunta Jared cuando nota que su jefe demora más de un par de minutos viendo a la mujer. A diferencia de los dos días anteriores, esta vez ni siquiera se toma la molestia de disimular lo que está haciendo, por el contrario, frunce el ceño algo molesto mientras tiene sus ojos en ella muy evidentemente.
–Está herida.
–¿Qué? – y antes que el castaño pueda exigir una respuesta sobre lo que sea que el mayor haya murmurado, el azabache se acerca a paso firme a la mujer, llamando la atención de toda alma que se encuentra alrededor, la mayoría paralizados, asustados de cometer un error que les cueste el cuello.
Otros pocos, la minoría, solo sienten curiosidad sobre el motivo por el que el gran Thomas Carter, déspota y exitoso empresario; camina con tan mala cara.
Y luego solo está Adrien Prisloo, que está preocupado por el estado de su hermana mayor y algo asustado al ver a su jefe acercarse a su lugar llevando una cara de mala leche que eriza los vellos de cualquiera que dependa económicamente de él.
Y por qué negarlo, también de aquellos que no dependen de trabajar en TCTech.
Thomas es un hombre intimidante, no solo por su poder, sino en general. Alto, musculoso, con un porte imponente, también tiene la mayor parte del tiempo una muy mala cara. Su cabello azabache siempre peinado hacia atrás y su piel lechosa lo hace parecer casi como una pintura en blanco y n***o, pero sus ojos verdes, casi felinos, lo hace resaltar.
Además del hecho que parece siempre vestir de colores oscuros.
Thomas Carter parece la personificación de un dios oscuro, y sus actitudes solo afianzan esas creencias.
Ahora, la duda del momento es ¿qué tiene que hacer dicho dios de la oscuridad con una común mujer invidente? Eso ni siquiera él lo tiene muy claro.
Tampoco consigue respuesta cuando llega a su lado y carraspea llamando la atención de ella, sin saber que Amari ya había sentido su presencia desde antes.
–Señor Carter, buenas tardes ¿se le ofrece algo? – pregunta Adrien algo irritado luego de un par de segundos en los que el dueño de la empresa en donde trabaja se quedara viendo exclusivamente a su hermana.
Todo terror que pudo haber sentido hace un segundo se esfuma por completo, y es que antes de ser trabajador, es hermano, y uno muy celoso.
Por otro lado, Jared se tensa al escuchar el tono que el joven rubio emplea para dirigirse al pelinegro. Carter ha pateado el culo a varios por menos que un tono amargo al hablarle.
Thomas finalmente voltea hacia el otro hombre frente a él y arquea una ceja, viendo con crítica a quien se atrevió a hablarle en mal tono. Solo una ojeada de pies a cabeza basta, nota que tiene el carnet de identificación a la vista y con eso consiguió nombre y apellido.
–Prisloo, no, la verdad no – dice sin importancia, volteando nuevamente a la incógnita que ha llegado a su vida.
Esa respuesta escueta trajo reacciones muy diferentes a sus oyentes. Jared, por un lado, está tan sorprendido que no cabe en sí; lo normal hubiese sido algun comentario más mordaz, pero su jefe solo fue indiferente.
Luego está Adrien, que se irritó aún más por la poca atención que le prestó ese hombre.
Y finalmente, Amari, quien está encantada de por fin escuchar la voz de ese hombre que la ha hecho temblar estos últimos tres días con solo observarla a lo lejos por un par de minutos.
–Amari Prisloo – suelta la joven mujer levantando su mano en dirección al pelinegro, aunque quizás un poco más estirada de lo normal y más a la derecha de lo que se encuentra el mayor.
Carter se toma un segundo en visualizarla. Viene haciéndolo desde hace tres días, pero ahora es diferente, la tiene a menos de un metro de distancia, desde su lugar puede ver detalles que a distancia no.
Como, por ejemplo, su sonrisa es más que simplemente hermosa, su cuerpo está escondido entre ropa holgada, pero aun así se puede vislumbrar una buena figura, también logra ver varias heridas en sus dedos.
Y lo que más lo impresiona, sus ojos dorados, lucen algo opacos, pero eso no los hacen menos impresionantes.
Lucen como si fuesen hechos de oro, como si solo hiciera falta pulirlos.
–Un placer conocerlo – sí, un absoluto placer conocerlo.