Thiago. Dos días después, como si no hubiera tenido ya suficiente del jodido Zanahorio, lo tengo de nuevo frente a mí. Negocios, negocios, negocios. La persona que dijo que los negocios y la vida personal no pueden mezclarse, definitivamente fue alguien correcto con una moral intachable... es una lástima que yo no posea ninguna de esas dos cualidades. — ¿Nos tomamos unos tragos? Zanahorio me mira mientras caminamos hacia el ascensor, sus cejas subidas en sorpresa. — Mmmm — mira su reloj de mano —. Es que se supone que hoy llegue temprano a casa. Bien domesticado, Faith, bien domesticado. — Ah, ¿tu mamá te espera? — Pregunto, escondiendo mi sonrisa de burla por una de simpatía. Si las personas supieran lo que pasa por mi mente, sería el hombre más odiado del planeta Tierra. Por sue