Los días se hacían cada vez más largos, la soledad más insoportable. El amor también puede ser una maldición o una especie de castigo cuando no puedes estar con el ser amado. La cama estaba fría, sus manos estaban vacías y el silencio se había convertido en su única compañía. Riccardo había pasado la mayor parte de la noche sentado en un rincón en aquella habitación del faro, en su playa secreta. El lugar en el cual entregó su corazón a Sabrina. Al principio intentó por todos los medios continuar con su vida, con la esperanza de volver a ver a su mujer. Enzo las estaba buscando, utilizaba sus contactos para llegar a Sabrina y a las niñas, pero su amigo en la CIA no tenía acceso a esa información. El Gobierno de los Estados Unidos la había escondido como si fuese una joya que debería est