Con la cabeza en alto, cargando dos pistolas semiautomáticas y escuchando en su interior como el último pedacito de su corazón caía en un agujero, profundo, oscuro y sinfín que Sabrina estaba dejando en su interior, Riccardo recurrió a la única motivación que tenía para seguir respirando, para seguir siendo un monstruo…el deseo de venganza. Riccardo miró a sus Betas, hombres que no temían nada y que vivían exclusivamente para ser su sombra. La lealtad a su capo los había llevado hasta aquel momento, dónde seguramente terminarían perdiendo la vida. Eran muy pocos para hacer frente al grupo de terroristas que atravesaban aquellas barricadas. No había esperanza, no había seguridad de salir ilesos o con vida de aquel aeropuerto. Pero no se echaron atrás, en sus miradas Riccardo solo podía ver