El Regreso
CAPITULO 1
EL REGRESO
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18 años después
La bruma matutina se deslizaba sobre el bullicioso centro de la ciudad. Las antiguas fachadas aun seguían marcadas por las cicatrices que dejo la oscuridad en todo el amplio continente, una guerra que se erguía como guardianes silenciosos, de un pasado que se negaba a desvanecerse por completo.
Aun con el dolor y las pérdidas que la oscuridad marco en todos los que vivieron la ardua pelea con los poderosos seres del pantano oscuro, el continente que reinaba el rey Kingston y la reina Gala dieron esperanza a todos sus pobladores. Dieciocho años habían pasado desde la implacable guerra, los reyes habían traído al mundo hijos preciosos, hijos que la reina protegía más que a nada en el mundo.
Mientras su majestad el rey no olvidaba que entre sus hijos debía criar a la criatura que nació marcada como hijo del Dios oscuro, causando preocupaciones y enfrentamientos constantes con su amada esposa, quien jamás acepto apartarlo del castillo y mucho menos de su lado, aun cuando los que conocían ese oscuro secreto juzgaban su decisión de continuar criando al “enemigo”.
—¿Sigue mi esposa molesta conmigo? —pregunto el rey desde la puerta.
—¿Cuándo regresan mis hijos? —pregunto sin mirarlo.
—Se que te preocupan, pero algunos de ellos han crecido y tienen compromisos como príncipes, por ejemplo, Tristán es el comandante del ejército oscuro y Hades es el heredero al trono, escondido en este castillo no aprenderá lo que debe antes de poner esta corona en su cabeza, ¿Entiendes eso? —pregunto acercándose.
—¿Y Andrés? —volteando para mirar fijamente sus penetrantes ojos azules —. Te has negado a que tenga los profesores de Hades y Tristán, pero aun así lo has enviado con sus hermanos ¿Pretendes humillarlo? ¿Deseas que se sienta inferior?
—Es increíble que sigamos discutiendo por esto Gala —golpeando la mesa —. Tu mejor que nadie conoces las razones por las cuales Andrés no puede ser educado igual que sus hermanos, si llega a descubrir que Dios lo bendijo pondría en peligro a este continente.
—Es nuestro hijo y merece tener el mismo trato que sus hermanos.
—Es un príncipe —grito el rey —. Aun cuando ... —respirando profundo.
—¿Aun cuando no lo merece?, el único que no merece ser llamado padre por él, eres tú.
—Jamás has entendido —tomando la mano de su amada esposa —. Andrés sigue siendo una amenaza para nuestros hijos, me duele decirlo, pero he cargado con esto por dieciocho años, lo he protegido de no descubrir quién es realmente, y porque lo han traído al mundo.
—¿Sabes lo que te has negado a ver? —arropando el pequeño cuerpo de su último hijo, un hermoso varón de apenas 10 meses a quien llamaron Cassian —. Andrés jamás lastimaría a ninguno de sus hermanos, porque los ama.
—Papi —interrumpió Ginebra —la tercera hija biológica de los reyes era tan hermosa como los jardines del castillo, aunque todos decían que era el vivo retrato de la reina, su cabellera rojiza era exacta a la de su abuela biológica la bruja roja —. He buscado una audiencia con el rey durante todo el día.
—La princesa Ginebra siempre tiene tiempo con el rey, no amerita audiencia —besando sus rosadas mejillas —. haremos una gran fiesta para celebrar tu cumpleaños número catorce.
—¿Puedes convencer a la reina que me permita elegir mi vestido y tiara —rogo suplicante.
—Puedo hacer el intento —dijo guiñando el ojo.
—Podría pensarlo, pero debes ganártelo.
—Madre —contesto resoplando —. ¿Qué debo hacer?
—Cuidar de tus hermanos menores por una semana.
—¿Por qué?, ellos tienen nanas.
—Pero tú eres su hermana mayor.
—Gaia también lo es —con tono molesto.
—Siempre ayudo a madre a cuidar de mis hermanos, pero tú no —respondió la hermosa joven de larga cabellera rizada, en tono cobrizo. Abalanzándose hacia los brazos de su padre.
—Eres la consentida del rey, por eso todo se te permite —saliendo de la habitación.
—Ginebra —alzando el tono de voz su majestad.
—Hablare con ella hermoso rey —su hija mayor acariciando la perfecta barba oscura, con destellos de algunas canas de su padre. Caminando tras su hermana.
—Te amo, te he amado desde el primer día que te vi, y seguiré amándote por el resto de mi existencia —tomando la cintura de su esposa —. Andrés fue criado como príncipe, entre nuestros hijos, entre nuestros sobrinos, entre nuestra familia, entre nuestro pueblo, por una única razón, no puedo negarme ante tus peticiones.
—Amo a nuestros hijos por igual —acariciando el rostro del rey.
—¿Crees que yo no? O mejor dicho, Insinúas que yo ¡no! —pregunto mirándola fijamente.
—Lo que yo piense no importa, lo importante es lo que sienten nuestros hijos.
—Ginebra sabe que es mi adoración —reclamo el rey —. Solo usa a su hermana en mi contra cuando desea persuadirme.
—Algunos no lo dicen para persuadirte.
—Majestad —Marcel acercándose —. El consejo espera por su presencia en la sala de juntas, hay tropas insurgentes en el este.
—También te amo —acercando sus suaves labios a los de su esposo.
—Terminaremos esta conversación en la cena —saliendo de los aposentos.
—Alteza —Nany acercándose a la reina —. La princesa Edme sigue sin querer usar vestido —comento apenada.
—Iré con ella, cuida de Cassian mientras duerme —caminando hacia la habitación de su hija de ocho años, quien había nacido junto a un gemelo, en situaciones delicadas, púes al nacer la pequeña reflejo los ojos verdes esmeraldas de la serpiente de su padre, el rey había embarazado a la reina bajo el termino prohibido, haciendo uso del poder de la serpiente, después de muchas revisiones se supo que solo la princesa percibió el veneno, el varón nacido bajo el mismo parto había sido bendecido por el Dios apolo.
—Aun cuando los pantalones de gabardina se ven hermosos en tu cuerpo, la corona exige que las princesas usen vestidos, de echo nuestra sociedad ve como inapropiado que una mujer use ropa que según ellos fue diseñada para hombres —comentó la reina mientras cepillaba la espesa cabellera castaña de su hija.
—Padre no se dará cuenta, soy la princesa menos importante en el reino. Un error difícil de ocultar para la corona.
—Cariño no repitas eso —volteando el cuerpo de la pequeña —. Eres nuestra hija, buscamos ese embarazo y amamos a nuestros hijos desde el momento que supimos de su existencia.
—Pero todo cambio madre, cuando nací y supieron que había nacido con un código prohibido, padre se le hace incomodo incluso verme —dijo entristecida.
—Tu padre te ama, tengo la certeza de eso.
—¿Así como ama a Andrés? —cambiando el tema rápidamente —. me gustan los pantalones largos, porque es más fácil para mi, correr y escalar, los vestidos me son incomodos. Permíteme usarlos hasta que cumpla diez, mami.
—Eres ágil para las carreras, pero me preocupa que trepes esos árboles tan altos, podrías romperte un huesito —haciéndola estallar en risas por las cosquillas —. Hasta los diez, promesa —dándole un tierno abrazo —. Te amo hija.
—Lo se mami, sé que no te importa que sea un bicho raro.
—No eres un bicho raro, eres una princesa, la más hermosa, nadie en el reino tiene el color de tus ojos.
—¿Por eso causo miedo?, ser diferente a los demás no es algo que me agrade.
—Nadie podría temerle a un ser tan maravilloso como tú —abrazando con fuerza el cuerpo de su hija.
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